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Actualizado: 7 de junio de 2025
Mándeme repitió la chiquilla dando brincos entre risueña y suplicante. Pues anda dijo doña Lupe, que aquel día estaba de buen humor ; si no sales te vas a caer por el balcón. Pero ven prontito... y ten cuidado de limpiarte bien los pies en los felpudos que hay en la portería, porque hay muchos barros... Mira cómo pusiste la alfombra cuando volviste de avisar al carbonero.
Un gran barco carbonero estaba llenando sus calas y repartía en derredor una mancha negra, mientras algunos navíos mercantes, con las velas plegadas en las vergas y las chimeneas inactivas, balanceaban su mole sobre las ondas azules.
Cerca de la cabana de un carbonero vio Jaime a dos mujeres que marchaban apresuradas por entre los pinos. Eran Margalida y su madre. Venían de los Cubells, ermita situada en una altura de la costa, junto a una fuente que fecunda los abruptos peñones, haciendo crecer el naranjo y la palmera al abrigo de las rocas.
No habrá aguador ni carbonero que no le pida la lumbre, y le detenga en la calle, y le manosee y empuerque su tabaco, y se le vuelva apagado. ¿Tiene usted criados?
Sí, señor; pero hay que pasar por la casa del carbonero, que tiene salida á la otra calle. Bien; por ahí saldremos. El coche espera en las afueras del portillo de Gilimón. Los hombres que yo he traído están en la tienda. Que entren, y saldremos todos por esa otra calle. Pocos momentos después salían todos, incluso el perro de las Porreñas, á quien Clara no quiso abandonar.
No vus perdáis, muchachos; no vus perdáis dijo en tono conciliador el del herrero, interponiéndose. Ponte atrás, ¡coles! gritó el Majito . ¡Qué coles! Si no te pones atrás, verás... Que no me da la gana, hombre... Achúchale, achúchale dijeron algunos que querían ver reñir al Majito con el hijo del carbonero.
Pero los tengo yo... y es lo mismo, dijo Robillotti, que, habiendo sido carbonero, conocía el precio de la leña, y como buen genovés, calculó en un segundo que la fortuna llamaba a su puerta. ¿Cuántos son los árboles? Amigo Robillotti, va a ser un sacrificio... ¡Bueno!... no hablemos más de eso. ¿Cuántos son los árboles? No lo sé. Mañana los contaremos... ¡ofrezca no más la garantía!
Ya se ve, tiña decía cuando yo pasaba, y por eso me detuve á escuchar: dende que vais al voto y á esos pedriques con el señorío pudiente, y andáis tan empavesaos, ¿que vus ha de paicer este patache carbonero?
Pero cuando contempló al pobre hombre vestido con los guiñapos del carbonero y vió la expresión de dignidad ofendida que tenían el rostro mofletudo y los ojillos saltones de maese Rampas, le fué imposible contener la risa.
En la casa reina una abundancia incongruente. Suelen escasear, y aun faltar del todo, las cosas necesarias. El panadero y el carbonero son tan mal educados, que se atreven a quejarse de que no se les atiende con puntualidad. Célebre discurso de Pi. Junio. Reúnense las Cortes Constituyentes.
Palabra del Dia
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