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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Muy orgullosa de aquel guapo y elegante caballero, que no había heredado de su padre más que el nombre, le dispensaba con gusto sus defectos de hijo de familia y sus caprichos de desocupado con tal de que no adoleciesen de burguesismo ni de vulgaridad.
Una simple mirada a la carta geográfica de la tierra ha hecho nacer en el espíritu de los hombres la idea de corregir ciertos caprichos de la naturaleza en el momento de la formación geológica del mundo.
Un toldo que da sombra á parte del patio, bajo el cual toca la música; vistosas colgaduras en todos los bastidores de la casa; sinnúmero de faroles de todas formas, caprichos y tamaños, colgados, atados ó sostenidos donde quiera hay un clavo, un agujero, una rama ó un pequeño espacio, completan el adorno de aquella casa, que por su alegría y aglomeración de cosas y objetos, revela que sus amos están dispuestos á echarla por la ventana.
Apresurábase a satisfacer mis caprichos, llevaba mis labores, mis libros, mis guantes, mi abanico, y en los grandes días, la cola de mi manto. Gracias a sus cuidados, las más bellas flores del parque adornaban mi chimenea o pendían de mi cintura. »Mi tío, con sus veinte criados, no estaba tan bien servido como yo por mi lindo y joven paje.
Era un impulso irresistible de vengarse de la acometividad y los caprichos de la otra en personas de su mismo sexo. Había momentos en que le era necesario confiar sus tristezas al Nacional, con ese impulso irresistible de confesión de todos los que llevan en el pensamiento un peso excesivo. Además, el banderillero le inspiraba, lejos de Sevilla, un afecto mayor, una ternura refleja.
La imagen de su novia americana pasó por su recuerdo con tal intensidad, que hasta creyó verla corporalmente, aspirando su perfume. Pero á continuación cayó en una tristeza desesperada al contemplarse en este país inverosímil, sometido á una esclavitud ridícula, sujeto á los caprichos de una humanidad inferior.
El saludable efecto de sus palabras se desvaneció rápidamente, y recaí en mis negros pensamientos: mi tío, protestando siempre contra las mujeres, las sobrinas, sus cabecitas flojas y sus caprichos, hablaba de conducirnos a París para distraerme, cuando felizmente se precipitaron los acontecimientos.
Aquel enfermo no era un enemigo digno de su sable; había que establecer cierta igualdad entre los dos, y para eso servía la pistola, única arma que se presta á las sorpresas y caprichos del azar. «De todos modos lo mataré», pensó Lubimoff, acordándose de sus habilidades de tirador. Advierto á su Alteza siguió diciendo el coronel que lo mismo da un arma que otra.
Les hablaba de sus tertulias, de sus saraos, de sus trajes y caprichos, como quien los conoce perfectamente; sacaba comparaciones y argumentos de la vida de sociedad, y esto encantaba a las damas y las postraba a sus pies. Era el confesor de muchas de las principales familias de la capital. En este ministerio demostraba una prudencia y un tacto exquisitos.
En cierta ocasión se empeñó en que le dijese que le quería más que á Dios; en otra se le antojó que durmiese con guantes para conservar bellas y tersas las manos. Todos estos caprichos y otros infinitos más de nuestro héroe acogíalos la niña con marcado disgusto y resistiéndose. No acertaba á comprenderlos.
Palabra del Dia
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