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Actualizado: 1 de junio de 2025
¡Cuan desgraciado era! ¡Solo contra todos!... Al pequeñín lo encontraría muerto al volver á su barraca; el caballo, que era su vida, inutilizado por aquellos traidores; el mal llegando á él de todas partes, surgiendo de los caminos, de las casas, de los cañares, aprovechando todas las ocasiones para herir á los suyos; y él, inerme, sin poder defenderse de aquel enemigo que se desvanecía apenas intentaba revolverse contra él, cansado de sufrir.
Fué increíble el júbilo que tuvo cuando nos vió, abrazándonos, bañados sus ojos en lágrimas. Proseguimos el viaje, caminando un día entero por un bosque espesísimo, y era tal la espesura, que no sabíamos por dónde íbamos. Estando el Padre en estas angustias, sin saber qué hacerse ni á dónde volverse, nos dijo: Hijos, el que estuviere cansado de los trabajos, vuélvase al barco.
Fernando, cansado de circular entre los grupos, que al encontrarse en sus vueltas se inmovilizaban obstruyendo el paso, se detuvo en la parte de proa, apoyándose en la barandilla. Sus ojos experimentaron la voluptuosidad del descanso al sumirse en el obscuro azul poblado de suaves luces.
De sus sabrosas burlas y sus veras El magno CORDOVES un cartapacio Disparó, y aterró quatro vanderas. Daba ya indicios de cansado y lacio El brio de la barbara canalla, Peleando mas flojo y mas despacio. Mas renovóse la fatal batalla Mezclandose los unos con los otros, Ni vale arnes, ni presta dura malla,
Buenos días, señor arroyo dijo Meñique; ¿no está cansado de vivir tan solito en su rincón, manando agua? Hace muchos años, hijo mío, que estoy esperando por ti respondió el arroyo. Pues aquí me tiene dijo Meñique.
Es risa oírle hablar de las mujeres como un hombre ya maduro; sacar el reloj como si tuviera que hacer; contar todas sus acciones del día como si pudieran importarle a alguien, pero con despejo, con soltura, con aire cansado y corrido.
Cansado de este abandono, salió Fernando a la cubierta, y al dirigirse hacia el lado de proa, lo primero que vio en «el rincón de los besos» fue a Nélida tendida en una silla larga, con los ojos entornados, dejando al descubierto una buena parte de sus piernas, cubriéndose la cara con una mano como si quisiera ocultar su rubor, mientras a través de los dedos brillaban sus ojos de malicia.
Al decir esto el cura, un pastor atravesó el patio y vino a decir al cura y al alcalde que Pablo estaba descansando en la puerta del patio, porque habiendo estado muy enfermo y habiendo hecho el camino muy poco a poco, se había cansado mucho.
«Hoy me vas a examinar bien... le dijo su primo . Figúrate que soy un desconocido que se te presenta en tu consulta. Déjate de bromas conmigo, y no me ocultes la verdad. Mira que te desacredito, si no lo haces así». Bueno, hombre, descuida; te registraremos en toda regla replicó el médico sonriendo y sentándose junto a él . ¿Te has cansado mucho? ¿No me ves? También es gana de hacer preguntas.
La ropa de levantar, Con tanto fino alamar, Era una colcha bordada. 990 Finalmente, no quería Salir, por no verte ansí; Pero como yo la ví Que para ti se vestía, Por no estar siempre en el traje 995 De trájico embajador, Porfié, y saldrá, Señor, Si la haces pleito homenaje De sola conversación, Como quedó concertado. 1000 ¡Qué ejercicio tan cansado Para mi loca afición!
Palabra del Dia
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