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Actualizado: 10 de junio de 2025
Sí, para bromitas estamos... ¿Y la tropa? Se ha retirado al cuartel. De modo, ¡Santo Cristo del Perdón!, que estamos en poder de la canalla, de los descamisados, de las llamadas masas... Han puesto un cartel que dice:Palacio de la Nación, custodiado por el Pueblo. Sí, buena cuenta darán... dijo Bringas con dolor vivísimo . No va a quedar en Palacio ni una hilacha.
Pero enfurecida la canalla con este justo castigo, se puso en sedicion con propósito firme de estorbar á todo trance que fuese ejecutado.
¡Canalla!... ¡indecente! exclamó Rubín con más fiereza en el tono que en la actitud. No esperó Santa Cruz a oír más, ni su amor propio le permitía dar explicaciones, y con un movimiento vigoroso de su brazo derecho rechazó a su antagonista.
Este deseo de vida popular transformó repentinamente sus ademanes y su lenguaje. ¡Dinero cochino!... ¡dinero indecente! El tiene la culpa de todo lo que nos pasa. Por él te vas tú y me quedo yo muerta de pena. ¡Pero Señor! ¿no podría ser ese dinero canalla como el sol, como el aire, que es de todos y para todos?
Por no saber, no sabes ni siquiera perderte». Pero se contuvo y se tragó su ira, desahogándola después en agitado soliloquio: «No he visto otra. No tiene vergüenza, ni tampoco sentido común. ¡Qué canalla y al mismo tiempo qué bestia! Si hubiera un Infierno para los tontos, ahí debieras ir tú de cabeza».
El gallo no cantó, pero sucedió una cosa peor. El Naranjero dijo con tranquilidad amenazadora y poniéndome una mano en el pecho: Arto, señorito, no se descomponga usté, que no va haber quien le arregle. ¡A usted es a quien voy yo a arreglar, canalla! grité con incomprensible rabia. Y diciendo y haciendo, le largué una bofetada. ¡Caso extraño!
Así nos vamos vengando unos en otros, de la manera más inhumana y estúpida. Realmente, la naturaleza es pródiga con el hombre egoísta y con la mujer voluble e insensible. Quizá es lo natural en el hombre ser un poco canalla, y en la mujer un poco cruel. Hasta es posible que la bondad y la generosidad sean una anomalía.
Pero una mañana se levantó su señoría con un humor de todos los diablos, y dió orden a sus fámulos para que moliesen a palos a cualquier bicho de la canalla que fuese osado a atravesar los umbrales en busca del elemento refrigerador. Una de las primeras que sufrió el castigo fué una pobre vieja, lo que produjo algún escándalo en el pueblo.
Y le largaron, huyendo el portugués despavorido, rabo entre piernas. Esteven, entretanto, al que un grupo de fieles protegía, invocaba a todos para restablecer el orden. ¿Qué pasaba allí? ¿por qué barullo tan grande? Se adelantó, cuando un furioso se le vino encima con el puño cerrado y le escupió a la cara este insulto: ¡Canalla! Dos o tres voces gritaron al mismo tiempo: ¡Abajo Eneene!
Quizás desconfíen... Una cosa es hacer caridad, y otra prestar dinero... y no salimos del paso con menos de diez duros... ¿Qué dijo ese bruto de Gabino? ¿que volvería mañana a darnos otro escándalo?... ¡Canalla, ladrón... que todo lo vende adúltero!... Pues, sí, es cosa de diez duros, y no sé si D. Romualdo... Por él no quedaría; pero su hermana es puño en rostro... ¡Diez duros!... Voy a ver... Pero no extrañe la señora que tarde un poco.
Palabra del Dia
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