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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Aquel miserable se había permitido asegurar cosas que hacían enrojecer al pobre Juanito: intimidades repugnantes con su novia cuando por la mañana hablaban en la escalera; secretos, en fin, que Juanito tenía por calumniosos, y que únicamente podía revelar un canalla como aquél.
Le convidaban a comer, obsequiábanle mucho; pero bien sabían todos que si nuestro capitán pisaba las alfombras de aquel palacio, era «para conocer más de cerca a la canalla», como él mismo decía.
Algún reparo podría ponerse, en buena lógica, a esta conclusión; pero la verdad es que entonces era legítima. Sí que te quiero. ¡Más de lo que tú te figuras! ¡Mira que me figuro mucho!... Pues más aún...; pero el decirte semejante porquería es una indignidad que ese canalla me ha de pagar. Déjalo de mi cuenta, tonto. Vosotros no sabéis castigar esas cosas... Ya verás cómo yo sé tocarle en lo vivo.
Se ha mostrado siempre bien educado, hasta afable conmigo, pero había en su cara un no sé qué que me repelía y que me hace decir sin vacilar: ese hombre es un canalla y se verá el día menos pensado. ¿Venía aquí á menudo? Sí, señor, venía mucho al principio; y hasta llegué yo á sospechar que pensaba en casarse con la señorita María.
Yo no lo vi, no, señor; pero una presona que estaba cerca cuando usté mató la miruella me lo ha asegurao.... ¡Esto es inaudito, Silvestre, y voy á hacer un escarmiento con esta canalla!... Figúrate que al matar el pájaro estaba yo de espaldas á la pared.... Pero á eso interrumpió el aldeano, dice la presona que con el rustrió de la escopeta....
¡Pero, Medea!... ¡Silencio! ¡hombre sin pudor!... ¡habráse visto canalla igual!... ¡corriendo las calles de noche, echando cuchufletas a las sirvientas en las puertas de calle! ¡Vea usted! ¡Esa manga denuncia al canalla!
Hay multitud de tontos a quienes no se puede arrancar de la cabeza lo del mejor de los códigos; hay algunos solemnes pillos que por malicia y por tener poder ante la canalla, gritarán, si les dejan, constitución o muerte; hay el grupo de los anilleros o de los sabios, que reniegan de todo si no les dan las dos Cámaras con Carta, a la francesa, y aun creo que alguien quiere que haya tres Cámaras, por no parecerle bastante dos.
Al mismo tiempo dió un paso hacia la joven; pero ella retrocedió y sacando apresuradamente otro fósforo encendió la bujía. Luego se plantó delante de él erguida, altanera, pálida, clavándole con furor sus ojos llameantes. Hubo un momento de silencio. La cólera le apretaba la garganta, no dejando salir las palabras. Al fin exclamó con voz alterada, extendiendo la mano: ¡Sal de aquí, canalla!
Mas quiero yo contar aquí primero De monos una cosa muy galana, Que cierto me contó este caballero, Diciendo: que él lo vido una mañana, Estando en esta isla muy entero Su juicio, y razon muy libre y sana: De monos vió juntarse gran canalla, Y él púsose á escondidas á miralla.
Donde en su propia natural belleza Asiste la hermosa poesia Entera de los pies á la cabeza! Esta canalla digo que se endiabla, Que por darles calor su muchedumbre, Ya su ruina, ó ya la nuestra entabla. Vosotros de mis ojos gloria y lumbre, Faroles do mi luz de asiento mora, Ya por naturaleza, ó por costumbre,
Palabra del Dia
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