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Actualizado: 8 de junio de 2025


Hermana Balî que creía adivinar el motivo el P. Camorra se llamaba Si cabayo por otro nombre y era muy travieso la tranquilizaba: ¡Nada tienes que temer! ¡si voy contigo! decía; ¿no has leido en el librito de Tandang Basio dado por el cura, que las jóvenes deben ir al convento, aun sin saberlo sus mayores, para contar lo que pasa en la casa? ¡Abá!

El P. Camorra que ya se había olvidado de Paulita, notó la intencion y preguntó á su vez: Y ¿á quién se parece esta otra figura, Ben Zayb? Y se echó á reir con su risa de paleto. Era una vieja tuerta, desgreñada, sentada sobre el suelo como los ídolos indios, planchando ropas.

El tono con que hablaba el joyero era tan serio, y apoyaba su frente contra la punta del dedo índice como en señal de gran cavilacion, que el P. Camorra contestó muy serio: ¡Quién sabe, quién sabe! Y pues que de leyendas se trata, y entramos ahora en el lago, repuso el P. Sibyla, el Capitan debe conocer muchas...

El periodista-fraile, apesar de todo su respeto á la gente de cogulla, se las tenía siempre con el P. Camorra á quien consideraba como un semi-fraile muy simple; así se daba aire de ser independiente y deshacía las acusaciones de los que le llamaban Fray Ibañez. Al P. Camorra le gustaba su adversario: era el único que tomaba en serio lo que el llamaba sus razonamientos.

Cerca ya del mediodía se levantaron las dos; y eso porque se oyeron rumores de nuevos visitantes que entraban en el pasillo. Sobre el particular del primo Nacho dijo Rufita despidiéndose , repetimos a ustedes que, por nuestra parte, no habrá camorra ni cosa que se le parezca. Si él quiere quedarse en Peleches, que se quede; si quiere venirse con nosotras, que se venga.

Hubiera hurgado doña Lupe a su sobrino mayor para que le relevase la causa de su tristeza; pero como presumía fuese cosa de política, no quiso tocar este punto delicado por no armar camorra con Juan Pablo, que era o había sido carlista, al paso que doña Lupe era liberal, cosa extraña, liberal en toda la extensión de la palabra.

Ella no la iba á abandonar, nada tenía que temer; el P. Camorra tenía otras cosas en la cabeza; Julî no era más que una pobre campesina... Pero al llegar á la puerta del convento ó casa parroquial, Julî se negó tenazmente á subir y se cogió á la pared. ¡No, no! suplicaba llena de terror; ¡oh, no, no, tened piedad!... Pero que tonta...

Ben Zayb, á fuer de periodista, quería buscar una explicacion natural; el P. Camorra hablaba del diablo; el P. Irene sonreía, el P. Salví se mantenía grave. Pero, Padre, si el diablo ya no viene; nos bastamos para condenarnos... De otro modo no se puede explicar... Si la ciencia... ¡Dale con la ciencia! ¡puñales! Pero, escúcheme usted, voy á demostrárselo. Todo es cuestion de óptica.

¡Qué moza, qué moza! murmuraba el P. Camorra arrebatado. Vamos, Padre, ¡pellízquese el vientre y déjenos en paz! decía mal humorado Ben Zayb. ¡Qué moza, qué moza! repetía; y tiene por novio á mi estudiante, ¡el de los empujones! ¡Fortuna tiene que no sea de mi pueblo! añadió despues volviendo varias veces la cabeza para seguirla con la mirada.

Y el P. Camorra cerraba sus puños. Y á decir verdad, observó el P. Sibyla como dirigiéndose nada más que al P. Irene; el que quiere enseñar, enseña en todas partes, al aire libre: Sócrates enseñaba en las plazas públicas, Platon en los jardines de Academo, y Cristo en las montañas y lagos.

Palabra del Dia

rigoleto

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