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Actualizado: 16 de octubre de 2025


No quiero llegar a otras menudencias, conviene a saber, de la falta de camisas y no sobra de zapatos, la raridad y poco pelo del vestido, ni aquel ahitarse con tanto gusto, cuando la buena suerte les depara algún banquete.

Mas, viniéndole a la memoria los consejos de su huésped cerca de las prevenciones tan necesarias que había de llevar consigo, especial la de los dineros y camisas, determinó volver a su casa y acomodarse de todo, y de un escudero, haciendo cuenta de recebir a un labrador vecino suyo, que era pobre y con hijos, pero muy a propósito para el oficio escuderil de la caballería.

Y, sin embargo, allí no había muchos gabanes más flamantes que el suyo, ni muchas camisas más limpias, ni muchas botas más aplomadas. Al contrario, abundaban los paños raídos, los pantalones con rodilleras, las camisas de tres días y los tacones de medio lado. ¿En qué consistía, pues, la indiferencia con que se le miraba allí y fuera de allí?

Hay unas máquinas con cilindros, lo mismo que rotativas de periódicos; sólo que en vez de largar pliegos impresos, sueltan camisas, sueltan pantalones, sueltan sábanas, montañas de ropa blanca, como sólo se verían si desalojasen de golpe toda una calle de tiendas... El planchado aún es más interesante.

Solo se le contradijo lo del sonar con ellos, mandándole que los entregase a la vieja, para honrar la comunidad haciendo de ellos unos cuellos y unos remates de mangas que se viesen y representasen camisas, que el sonarse estaba vedado en la orden, si no era en el aire, u de saetilla a coz de dedo.

Las últimas camisas que te mandamos las hizo ella, y ¡con qué cuidado! Dígame usted, tía, ¿quién es esa joven? ¡Ahora te diré! e interrumpiéndome, gritó: ¡Angelina! ¡Angelina! ¡Ven acá! Y continuó, dirigiéndose a : Está, con Carmen. Si vieras: es muy hábil para todo, muy hacendosa, o, como dice, señora Juana, ¡muy mujer! Es la alegría de la casa.

Una vez cerca de un río, yendo con la partida, se encontraron con diez o doce soldados jovencitos que lavaban sus camisas en el agua. A bayonetazos acabamos con todos dijo el hombre sonriendo, luego añadió hipócritamente Dios nos lo habrá perdonado. Durante la cena, el repulsivo viejo estuvo contando hazañas por el estilo.

Y que cuando V. Magd. fuere servido de mandarle dar alguno, sea sotana, herreruelo y calzones de paño, jubón de olandilla o camuzas, medias de seda, ligas y dos camisas: y a todos se ha de tomar la medida por sus cuerpos, y presente el escribano de Cámara, que certificara lo que es menester puntualmente.

Después que el estudiante retira del fuego el puchero del guisado para que el calor de la lumbre le seque á él el lodo de los pantalones, y cuando su hermana ha recogido con gran esmero el balandrán y las camisas, toma aquél el jarro de la leche, ya que el papel del azúcar le tiene su padre, y se dispone á auxiliar á su madre y á su hermana en la preparación de las tostadas, amenizando el trabajo con el relato de sus proezas y aventuras de estudiante.

Varios carlistas y padres registraban allí las maletas, que no parecía sino que buscaban pecados por entre los pliegues de las camisas, y otros varios viajeros tan asombrados como los nuestros, se hacían cruces como si vieran al Diablo. Allá en un bufete, un padre, más reverendo que los demás, comenzó a interrogar a los recién llegados.

Palabra del Dia

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