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Actualizado: 16 de julio de 2025
Allí lavaba las pocas camisas que el tenia, y le guisaba la comida; el decia que era yo muy bonita, y tambien he de confesar que era muy lindo mozo, y que tenia la carne suave y blanca, pero poco entendimiento, y ménos filosofía: y á tiro de ballesta se echaba de ver que no le habia educado el doctor Panglós.
De ti maltratada he sido Con el desdén recebido; De mi marido, de celos, Porque me han dado los cielos Mal galán y peor marido. Y pues que por ti me dan, No admitiendo tu consejo, Vida que de vivir dejo; Ya que no como a galán, Como a mi padre me quejo. Esas camisas labradas Te envio, mal acabadas Por hacellas con secreto; Que llevan, yo te prometo, Más lágrimas que puntadas.
Ausente el poeta y desocupado el parnasillo, don Gil trajo de la calle de las Urosas el baúl, que contenía sus tres casacas, su peluca del tiempo de Esquilache, sus cuatro camisas con chorrera, su capa y su espadín enmohecido, y se instaló donde había estado el autor de Los Gracos.
A Soplillo sería de parecer que se le diese un vestido a su medida de terciopelo, otro de gorguerán y otro de tafetán, ocho camisas y la demás ropa blanca de la persona ajustada a este respeto, pero todo a su medida y que con lo que certificase el escribano de Cámara, que unido todo esto en dinero, lo pueda librar el guardarropa.
Si se tratara, verbigracia, de cortar camisas para los pobres o de enseñar la doctrina a los muchachos, yo me pasaría los días enteros manejando, las tijeras o injiriendo el Padre Astete en las cabezas de estos motilones; pero no se trata de eso ni de cosa parecida: la obra de mi tío no da qué hacer a cada instante ni a cada hora.
Eran jóvenes y tenían aspecto de viejos: las barbas hirsutas, los uniformes manchados, las caras apergaminadas por el sol, endurecidas por el frío, resquebrajadas por los vientos. El calor les había hecho despojarse de los capotes y mostraban sus camisas de franela de un color indefinible, impregnadas del sudor de tantas fatigas y emociones.
Ese es el que ha hecho de sus hijas, esas tres pequeñitas, auxiliares de Fomento para que cobren en la nómina... Es un señor muy listo, ¡pero muy listo! comete una tontería y la atribuye... á los otros, se compra camisas y las paga la Caja. Es listo, muy listo, ¡pero muy listo!... Tadeo se interrumpe.
Se vende todo y a vil precio. Hay más todavía: Facundo en persona vende camisas, enaguas de mujeres, vestidos de niños; los despliega, los enseña y agita ante la muchedumbre. Un medio, un real, todo es bueno; la mercadería se despacha, el negocio está brillante, faltan brazos, la multitud se agolpa, se ahoga en la apretura.
¡Ay! decía; y yo que he prometido á tu padre cuidarte, ¡educarte y hacer de tí un abogado! ¡Me privaba de todo para que pudieses estudiar! En vez de ir al panguingui donde se juega á medio peso, solo me iba al de á medio real, ¡sufriendo el mal olor y las cartas sucias! ¡Mira mis camisas zurcidas!
Habíanse despedido antes que el salto hiciesen de los que hasta allí los habían sustentado, y otro día vendieron las camisas en el malbaratillo que se hace fuera de la puerta del Arenal, y dellas hicieron veinte reales.
Palabra del Dia
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