Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de junio de 2025
Así se juntan unos á otros los carneros para calentarse durante las noches de invierno, Achicándose, ofreciendo poco cuerpo á la tormenta, poca superficie al frío, los enebros de la montaña consiguen conservar su existencia, se le ve aún arrastrarse hacia las nevadas cimas á centenares de metros por encima del abeto más atrevido en el asalto.
En torno del monumental fogón, que ocupa casi la mitad de aquel vasto aposento, bien pudieron calentarse simultáneamente con holgura los sesenta servidores de S. M. En cuanto á las hornillas, puede asegurarse que infundirían verdadera veneración cuando estaban en ejercicio, así como hoy su yerta desnudez y triste arrumbamiento infunden melancólicas reflexiones.
De vez en cuando iba a verle para que no se apagase aquel fuego con que ella contaba para calentarse en la vejez. Miraba el molino como una caja de ahorros donde ella iba depositando sus economías de amor.
Caminaba hacia una parte y otra del suelo, a la vez que se iba desprendiendo de la linterna, del sombrero y de la bolsa vieja; así es que sus zapatos herrados borraron las huellas que los pies de Dunstan habían dejado en la arena. En seguida bajó el trozo de cerdo cerca del fuego, y se sentó para proceder a la ocupación agradable de cuidar el asado y a la vez calentarse.
Dame una frazada gruesa murmuró, tengo mucho frío. Hice lo que me había pedido y me senté de nuevo a su lado. Ella se apoderó de mis manos y las estrechó como si hubiera querido calentarse con su contacto. ¿Has dormido bien? preguntó con esa misma voz de ronco falsete que no le conocía.
Gigantesca siempre, variada al principio, encantaba donde quiera, presentando las mas hermosas vistas sobre los altos peñascos de la orilla, ó en los pabellones de lujosa verdura que venian á extender sus flotantes encajes de parásitas y enredaderas sobre la playa misma, á donde sale á calentarse, en lechos de arena calcinada, el temible y monstruoso caiman, terror de los habitadores de las ondas.
¡Ah! no; ya lo verá usted; ahora está bebiendo un poco de ponche para calentarse. ¿Sí, eh? ¡Magnífico! No se le olvide a usted aquel grito en aquel verso. No se me olvida, descuide usted; aturdiré el teatro. Sí, un chillido sentido: como que ve usted al otro muerto. Conque salga como en el penúltimo ensayo, me contento. Alborota usted con ese grito. ¡A mí me estremeció usted, y soy el autor!...
Luego salían, iban a echar una ojeada a la trinchera, volvían a calentarse, y todo el mundo, al recordar a Riffi, sus alaridos cuando se le iba el caballo y sus gritos de angustia, se reía hasta desternillarse. Eran las once. Aquellas idas y venidas duraron hasta mediodía, momento en que Marcos Divès penetró rápidamente en la sala gritando: ¡Hullin! ¿Dónde está Hullin? Aquí estoy. ¡Pronto, ven!
2 Porque ¿para qué yo habría menester la fuerza de sus manos, en los cuales pereció el tiempo? 4 Que cogían malvas entre los arbustos, y raíces de enebro para calentarse. 6 Habitaban en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las piedras. 7 Bramaban entre las matas, y se congregaban debajo de las espinas.
Por eso los probes angelucos no tienen cama en que dormir, ni lumbre con que calentarse, ni camisa que poner; por eso no tienes tú un grano de sal y me la vienes á pedir á mí.... Cómpralo, ¡viciosona!... Pero vienes tú de mala casta para que seas buena. Mi casta es mejor que la de usté, por todos cuatro costaos. Y yo en mi casa me estaba.
Palabra del Dia
Otros Mirando