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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Con alguien, no obstante, más bello, entendido, poético y amoroso, que los hombres que me han pretendido hasta ahora, con un amante más distinguido y cabal que todos mis adoradores de este lugar y de los lugares vecinos, soñaba yo para que me amara y para que yo le amase y le rindiese mi albedrío. Ese alguien era Vd.
Cipión hermano, así el Cielo te conceda el bien que deseas, que, sin que te enfades, me dejes ahora filosofar un poco; porque si dejase de decir las cosas que en este instante me han venido a la memoria de aquellas que entonces me ocurrieron, me parece que no sería mi historia cabal ni de fruto alguno.
Verdad es que él se da por vencido por el momento, y dice que, pues se casa conmigo, no debe de estar en su juicio cabal, y que ya, sin casarnos, le he ganado la partida y la apuesta; pero, por lo mismo, añade que desea casarse para vengarse y desquitarse.
Precisamente de las esperanzas, hablamos un día y yo dije que no todas tenían la misma fuerza. Las hay tan firmes como la certidumbre más cabal: éstas se pierden en el dolor, en la miseria. Pero hay también una esperanza lejana, tenue, frágil, que mantenemos siempre oculta porque un soplo la desvanecería: esa es la esperanza que jamás muere, que nada impide abrigar. Esto la dije yo. Ella asintió.
Ella misma le había dado la llave de la caja, diciéndole muy acaramelada y blandamente: No quiero hacerte de menos, hijo; tú eres aquí el amo; para eso eres el mayor, un hombre de carrera, tan cabal y buen mozo....
De este modo siguieron la defensa, hasta que murieron todos los que tuvieron la temeridad de emprenderla: cuyo hecho se hará muy dudoso, á cuantos por las distancia ó por el equivocado concepto en que habian tenido hasta ahora á los indios del Perú, no puedan hacer un cabal juicio del valor con que despreciaron sus vidas, por sostener tan terrible sedicion.
Cabal, cabal decía , nada he perdido; ni un maravedí; mi mujer no me ha engañado; había puesto á cubierto mi dinero, y el señor Gabriel Cornejo es un hombre de bien. Mis treinta mil ducados están aquí... completos, justos. Sólo he perdido el dinero que llevaba en el bolsillo y que me quitaron los alguaciles. Pero lo doy por bien empleado y más que hubiera sido.
Las cuentas de gastos de los trajes, atributos, barbas, etc. así como lo que se pagó al platero Anton Ruiz «por el trabajo que toma en coger esta gente e aliñallos e vestillos» con otras curiosas partidas nos dan cabal idea de lo que era la procesión, la cual terminaba con la rica arca destinada al Cuerpo de Dios, acompañada por la nobleza que el año de 1496, la constituían el Duque de Medina, el Conde de Cabra, los hijos del Conde de Cifuentes y otros caballeros, cerrando la brillante comitiva, el Preste para cuyo descanso transportaban una silla.
Particularmente hacia el Este y hacia el Norte, parecía no tener límites a mi vista, poco avezada a estimar espectáculos de la magnitud de aquél; y era de una originalidad tan sorprendente y extraña, que no acertaba a darme cuenta cabal ni de su naturaleza ni de su «argumento». Por el Sur se dominaba el hermoso valle de Campóo, ya en otra ocasión visto y admirado por mí; en la misma dirección y más lejos, los tonos pardos de la tierra castellana; más cerca, el Puerto de marras con sus monolitos descarnados y su soledad desconsoladora.
Tomaba asiento al lado de la dama con una cara larga, larga, que no daba idea cabal de la pasión que debía arder en su pecho. El maestrante había hecho poco caso de aquellos apartes, de las preferencias y las sonrisas insinuantes de su esposa. Les miraba con ojos distraídos, sin venírsele a la mente ninguna sospecha, preocupado enteramente con la verdadera pista.
Palabra del Dia
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