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Tu padre, á pesar de sus faltas, tenía corazón de león y pocos hombres le hubieran mirado á la cara en sus momentos de cólera. ¡Pero ! ¿Sabes lo que le costaste á él y lo que me has arrebatado á ?

¡Pero, por todos los santos de la capilla de la catedral de Cádiz! exclamó Santiago pálido de cólera y de temor , yo quiero al instante... No puedo por menos que alabar semejante prisa, Santiago. Voy, pues, a dar las órdenes oportunas para hacer armar la chalupa. Nada le faltará: puñales, hachas, picas de abordaje, esmeriles, balas, cartuchos de metralla.

Por lo cual resolvió el P. Visitador Juan Bautista de Zea, dejado el camino antiguo, tirar al Oriente hacia el río Parapití á una Ranchería de Chiriguanás, llamada Charaguá, por donde pasa aquel río; aquí trató con dos caciques para que le guiasen hasta donde había llegado el P. Suárez, ofreciéndose éstos al punto, anticipándoles los nuestros una buena paga; pero el día antes de la partida, estando bien tomados de la chicha, que es su vino, descubrieron cuanto maquinaban en su corazón, y era la causa de todo que sus parientes habían montado en cólera porque enseñaban á los Padres aquel camino por donde en adelante vendrían á robarlos y hacerlos esclavos los Mamalucos, diciéndoles era mejor matarlos á macanazos, ó si no á lo menos conducirlos á donde los tigres hiciesen estrago en ellos; los caciques, empero, querían mantener la palabra sin moverles nada estas razones que alegaban, más por deseo de la ganancia que sacaban, que por certidumbre que tuviesen de los peligros que les podrían suceder.

¿Y vosotros sabéis algo? ¿eh? ¿sabéis algo? Los empleados le miraron también con fijeza. Luego miraron a Llera y también bajaron la cabera al fin sin despegar los labios. Salabert paseó varias veces sus ojos saltones por ellos con expresión teatral de cólera, y exclamó al fin dirigiéndose a los banqueros: ¿Lo ven ustedes claro? Nadie contesta.

Viole bajar y subir por el aire, con tanta gracia y presteza que, si la cólera le dejara, tengo para que se riera.

Le preguntaron a Carmen, sin considerar el estado que guarda, que si era cierto que eras novio de la señorita Fernández y que te ibas a casar con ella. A me dio mucha cólera eso; porque comprendí que sólo por averiguar y saber la verdad habían venido. Se estuvieron aquí más de tres cuartos de hora, charlando como unas cotorras.

Es que para ser celoso se necesitan buenos pulmones. Cayose más bien que se sentó en una silla, y su mujer y Patricia acudieron a él creyendo que le daba algún accidente. No podía hablar y se golpeaba la cabeza con los puños. Cuando su mujer se quedó sola con él sintió Rubín que aquella furibunda cólera se trocaba en un dolor cobarde.

Examinó, aterrado, su conciencia y al verla llena de culpas tuvo miedo, no de ser herido por el rayo de la cólera divina, sino de verse separado de su hija.

El que hacía el personaje de Judas, enojado con el apóstol, viendo que no guardaba la propiedad que debía, con mucha cólera le dijo: O sois San Juan ó no sois San Juan: si sois San Juan, dormid y no comáis; y si no lo sois, comed, y vaya otro á servir por vos

Al cabo de un instante dijo otra vez: Esta loca tiene miedo de , que vengo á salvarla, mientras que los otros la engañan y la pierden. Ni un aliento, ni un rumor que revelase la presencia de un ser viviente. La cólera se apoderó de Sorege. Se levantó y dijo estremeciéndose de impaciencia: Aunque tenga que echar la puerta abajo, yo sabré si esta mujer se oculta de .