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El muchacho, fuera de , resistiéndose a entender lo que oía, cogió a la chica por un brazo, oprimiéndoselo duramente: ¿Cómo que no viene? ¡No seas bruto! ¡Esto te faltaba, pegarnos! ¿Por qué no viene mamá? ¡Responde! Porque ahora tienen guardia las vigilantas cada ocho días. ¿Qué dices de vigilantas? ¿Qué tiene mamá que ver con eso? Si hubiéramos hecho lo que dije, no pasaría esto.

Parecía que les faltaba tiempo para llamar al uno feo, al otro hambrón, al de más allá envidioso, a éste bruto, a aquél farfantón. Por supuesto, bajo nombres supuestos, aunque tan transparentes, que nadie en la población dejaba de conocerlos. Llamábase Belinchón Don Quijote y don Rudesindo Sancho, Sinforoso Marqués del Tirapié, Peña El Capitán Cólera, etc., etc.

Las amigas, en el balcón; Concha, la hermana, coqueteando con Roberto; y ellos dentro, buscando la soledad y la discreta penumbra.... ¡Dios mío! ¡Qué cosas le diría aquel bruto de las dos estrellas, para tenerla tan embobada lejos del balcón, a pesar de la música y de lo animada que estaba la plaza...!

10 Tetis y Peleo, fiesta que se hizo á las bodas de la serenísima señora Doña María Teresa de Austria, reina de Francia, de D. José de Bolea. 11 Nuestra Señora de la Luz, de D. Francisco Salgado. 12 Cómo se vengan los nobles, de D. Agustín Moreto. 1 El bruto de Babilonia, de D. Juan de Matos Fragoso, D. Agustín Moreto y D. Jerónimo de Cáncer. 2 La montañesa de Asturias, de Luis Vélez de Guevara.

Su tío el marqués de Moraima, que, aquí para entre los dos, ya sabes que es algo bruto, cuando habla de ella en los Cuarenta y cinco, dice que tiene sus sospechas de que sabe latín... ¡Qué mujer! ¿eh, Juanillo? ¡Qué hembra tan interesante! El apoderado hablaba de doña Sol con admiración, considerando extraordinarios y originales todos los sucesos de su vida, así los indudables como los inciertos.

Ventura, enteramente demudada, vomitó, más que dijo, con la osadía inconcebible de la mujer adorada: ¡Bruto! ¡bruto! La entonación de esta injuria era tan feroz, tan rabiosa, que Gonzalo levantó la cabeza como si le hubiesen clavado un hierro candente. Saltando sobre ella, la agarró por un brazo. La joven lanzó un grito penetrante de angustia.

¡Ah, , es verdad! ¡Pues, señor, ese bruto del piano se empeña en que yo no baile con Rosario esta noche! Todos parecían inquietos y nerviosos como si fuesen a entrar en fuego. Los más atrevidos salieron con paso rápido al medio de la sala y se acercaron a las jóvenes, disimulando su emoción con una sonrisa petulante.

Un bruto estará mirando largas horas la tajada que le hechiza, pero que está colgada demasiado alto, sin que le ocurra que pudiera practicar la misma operacion que el niño, y formar una escalera. Si se le disponen los objetos á propósito para subir, sube; pero es incapaz de pensar que en situaciones semejantes se debe ejecutar la misma operacion.

Ellos eran valientes... pero de ciudad, y no iban a medirse con un bruto, que se pasaba la semana durmiendo en la sierra con los lobos. El señor Fermín dejaba transcurrir el tiempo mostrándose insensible a cuanto le rodeaba, a cuanto se decía cerca de él. Un día, el triste silencio de la ciudad le sacó por unas horas de su anonadamiento. Iban a dar garrote a cinco hombres por la invasión de Jerez.

La primera, la segunda, la tercera, y todas las polkas que se toquen en el universo, respondió Nieves con el tembloroso que salió de sus labios. Después que comprometió la polka, Pablo sintió un gran arrepentimiento: «¡Qué tonto, qué bruto soy! ¿Y si ahora llega ValentinaPero no llegó. La orquesta comenzó a preludiar los primeros compases.