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Actualizado: 11 de junio de 2025


La briosa vegetación del valle había desaparecido. Los montes, que se cerraban cada vez más, dejando apenas paso a la carretera, estaban vestidos únicamente de helecho. De vez en cuando se tropezaba con el agujero de alguna mina de carbón, abierta sobre el camino.

Ha sido menester que salga V. de paseo con una sobrina suya, y que esta sobrina tenga una amiga, y que esta amiga vaya con ella, para que el amor paternal, que vivía latente y ni siquiera sospechado allá en las profundidades de su magnánimo corazón, se revele de pronto y gallarda y briosa muestra de .

Su blanco y sonrosado rostro, sus ojos azules y los rubios cabellos que coronaban su cabeza, cubierta de un lindo birrete de velludo blanco, por bajo del cual caían dichos cabellos en rizadas ondas de oro, casi hubieran dado al gentil extranjero la apariencia de una disfrazada andante damisela, si no hubieran mostrado que era muy hombre, la energía insolente de su mirar, su briosa apostura y el desahogo y la destreza conque manejaba y dominaba su fogoso caballo, que retenido por él hacía piernas, se encabritaba impaciente y tascaba el freno, cubriéndole de espuma.

No es misticismo inerte, egoísta y solitario el suyo, sino que desde el centro del alma, la cual no se pierde y aniquila abrazada con lo infinito, sino que cobra mayor aliento y poder en aquel abrazo; desde el éxtasis y el arrobo; desde la cámara del vino donde ha estado ella regalándose con el Esposo, sale, porque él le ordena la caridad, y es Marta y María juntamente; y embriagada con el vino suavísimo del amor de Dios, arde en amor del prójimo y se afana por su bien, y ya no muere porque no muere, sino que anhela vivir para serle útil, y padecer por él, y consagrarle toda la actividad de su briosa y rica existencia.

La satisfacción de una nueva conquista, la inquietud de algo desconocido que iba a revelarse en breve, el orgullo de desobedecer a todos imponiendo su capricho, enardecían la briosa juventud de Nélida, dando nueva frescura a su animalidad triunfante y majestuosa. Paseó Ojeda por la cubierta para entretenerse hasta la hora de la cita. ¿En qué día estaba?... Miércoles nada más.

La inteligencia que pugna por comprenderle ha de ser briosa; la voluntad que se le somete por completo es porque triunfa antes de misma, riñendo bravas batallas con todos los apetitos y derrotando y poniendo en fuga todas las tentaciones; el mismo afecto acendrado y ardiente, que, aun en criaturas simples y cuitadas, puede encumbrarse hasta Dios por un rapto de amor, logrando conocerle por iluminación sobrenatural, es hijo, a más de la gracia divina, de un carácter firme y entero.

Artemisa la del Casal, moza blanca y rubia, briosa y rozagante, con manteo cercado de velludo y capotillo mariñán, acaba de aparecer en el umbral de la antesala. Se la tiene por hija bastarda del Caballero. Trae de la mano a un niño de ojos picarescos, que se tambalea sobre los zuecos blancos, que muestran no haber pisado la tierra.

El libro de Montalvo, no obstante, es la obra de un hombre de gran talento, del más atildado prosista que en estos últimos tiempos ha escrito en lengua castellana, y de un hombre, por último, de imaginación briosa y rica. Su libro merece ser examinado y juzgado, pero no caben en este articulo ni el examen ni el fallo. Quédense, pues, para otro día, si alguien muestra curiosidad por conocerlos.

Los vecinos de Vegalora y la Segada, en el espacio de cuarenta ó cincuenta años, habían visto correr el río por casi toda la superficie del valle. Á pesar de esto, al poco tiempo de haber dejado el agua un sitio cualquiera, ya brotaba allí una vegetación briosa, y el valle continuaba siempre pintoresco y regocijado como pocos.

Doña Luz, al oír esta malvada voz, que era sin duda voz del infierno, tenía miedo a que le pesara de que el amor del P. Enrique y sus celos y su desesperación fuesen ilusorios. Por dicha, doña Luz era buena, y era además enérgica y briosa de voluntad, y pronto imponía silencio a la voz y apaciguaba en su pecho la turbación y alboroto que la voz causaba.

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