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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Artemisa la del Casal, moza blanca y rubia, briosa y rozagante, con manteo cercado de velludo y capotillo mariñán, acaba de aparecer en el umbral de la antesala. Se la tiene por hija bastarda del Caballero. Trae de la mano a un niño de ojos picarescos, que se tambalea sobre los zuecos blancos, que muestran no haber pisado la tierra.

Después se pasó la mano por los ojos como si se apartara un velo imaginario. Cuando la procesión estaba en su lleno, digámoslo así, un grito resonó en el balcón inmediato. ¡Oh dolor! El ridículo de Salomé había caído á la calle. ¡Y está en él la llave de la casal dijo Paz con terror. Lázaro no necesitó oír más; su determinación fué rapidísima. Se quitó del balcón, y dijo vivamente: Voy á buscarlo.

Estaban los monasterios é iglesias llenos de enfermos, que era la mayor compasión verlos morir por aquellos suelos, sin darles recaudo, hasta que el Obispo de Mallorca demandó un casal en que estuviesen, y otras casas en el Burgo, donde los recogió y gobernó lo mejor que pudo. La solicitud deste Obispo fué parte á que no muriesen muy muchos más de los que murieron.

Embelesado con la obra de pelo, se me olvidó decir que allá por Febrero del 68 D. Francisco fue nombrado oficial primero de la Intendencia del Real Patrimonio con treinta mil reales de sueldo, casal médico, botica, agua, leña y demás ventajas inherentes a la vecindad regia.

Artemisa la del Casal, se acerca a la puerta con el niño de la mano. En la alcoba los pasos vienen y van obstinados y extraños como el pensamiento de los locos. Artemisa atiende algunos momentos. ¡Pasea en la oscuridad! Al entrar en la alcoba, mandó clavar las ventanas.

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