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Actualizado: 15 de julio de 2025
Lázaro no pudo tampoco aquel día encontrar á Bozmediano. Su deseo de hablarle, de pedirle cuenta de su infamia, de demostrarle la lealtad de su conducta y de castigarle sin lástima ninguna, aumentaba á cada hora. Buscóle con afán, porque ciertos agravios dan una paciencia y una tenacidad que las más grandes empresas inspiran rara vez al hombre.
¡Malditas! ¿Pero ese hombre, qué hace? Hará mucho, hará lo que pueda. Es pobre.... ¡Pobre! dijo él muy pensativo. ¿Y qué esperas de una persona que sólo podrá hacerte más infeliz? ¡Oh, juro que si ese joven no te corresponde, me la ha de pagar! Bozmediano se levantó.
Todo lo comprendo, es natural: por lo mismo lo olvido hasta ver si, después de lo que yo digo, insiste usted en repetirlo. Hable usted: yo lo deseo. Yo no he visto á Clara más que tres veces continuó Bozmediano. Ella no sabe ni cómo me llamo, ni quién soy. Me ha visto poco, y le soy tan indiferente, que puedo asegurar que ocupo en su corazón el mismo lugar que una persona desconocida.
Pero me verá, me salvará. Yo no necesito de usted. Sí necesitas de mí. Tengo esa vanagloria, única recompensa del grande amor que te tengo dijo Bozmediano con expresión clarísima de verdad. Pero si yo no le quiero á usted ni le puedo querer. No le he visto más que dos veces, y eso sin mi licencia. Ese poco tiempo ha bastado para que te quiera yo.
Mejor será quemarlas dijo otro, arrojando al brasero unos papeles, que se consumieron muy pronto. Todos bajaron por una escalera interior, dirigiéndose á la huerta, excepto Bozmediano y los otros dos, que, bajando por la escalera principal, llegaron á la puerta. Claudio gritó: ¿Quién va? Abra usted dijo Lázaro. ¿Quién es? ¿Qué busca usted? Busco á don Claudio Bozmediano.
Bozmediano estrechó la mano del joven aragonés y le hizo muchos ofrecimientos y protestas de amistad. El otro estaba tan aturdido, que lo contestó mal y con poca cortesía. Sé dónde usted vive dijo Claudio retirándose: nos veremos. Y si no en la Fontana, á donde voy con frecuencia. Y se separó.
Pues yo, que jamás he tratado de evadirme de las consecuencias de un asunto semejante dijo Bozmediano con mucha energía; yo, que no me dejo castigar de nadie, ni he permitido que jamás hombre alguno pronuncie contra mí una voz injuriosa, una reticencia, una alusión cualquiera, voy ahora á explicarme con usted en esta cuestión, esperando que se convenza y retire todo eso que ha dicho usted al entrar aquí.
No sé lo que quiere usted decir manifestó Lázaro en el tono de un examinado desaplicado que se hace repetir la pregunta por retardar la contestación que no sabe. Bozmediano habló más; pero vino á decir lo mismo.
No replicó éste, preocupado y contemplando á la enferma tan de cerca, que sentía su respiración agitada y difícil como si un pequeño volcán existiera entre las sábanas. Creo que, al despertar, despertará con el delirio. Usted debe quedarse aquí hasta ver en qué para esto indicó Bozmediano; yo me marcho. Si me ve, creo que mi presencia no será lo que más la tranquilice.
Este creyó reconocer la voz del sobrino de Coletilla, y se figuró que, después de tanta alarma, se reduciría todo á un simple asunto personal entre los dos. Abrió la puerta y repitió: ¿Quién es? Don Claudio Bozmediano, ¿está aquí? dijo Lázaro sin reconocerle. Tengo que hablarle de un asunto urgentísimo que no admite demora alguna. Pase usted, amigo. El criado que allí tenían trajo una luz.
Palabra del Dia
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