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Actualizado: 15 de julio de 2025


Claudio Bozmediano, que es la persona á quien debemos las noticias y datos de que se ha formado este libro, nos ha contado que cuando los personajes de la reunión sintieron aquellos aldabonazos tan fuertes, se quedaron mudos y petrificados de sorpresa y temor.

Pero el joven tenía mucho interés en ver á Bozmediano aquella noche; así es que no se dió por satisfecho y preguntó: ¿Cuándo vendrá? El otro creyó que esta pregunta, hecha por un joven que no parecía ser de la primera nobleza, que no había venido en coche, que no era militar ni tenía botas á la farolé era una pregunta muy inconveniente y falta de sentido común.

Su brusca y misteriosa salida de la cárcel, el conocimiento de Bozmediano y el aturdimiento producido por sus palabras, le impidieron por algún tiempo darse clara cuenta de su difícil y rarísima situación. Pero cuando se vió solo y anduvo un buen rato, empezó á comprender que no tenía á donde ir, ni á quién dirigirse, ni con quién vivir.

Mire usted dijo Pinilla al Doctrino, continuando la conversación interrumpida, ese Bozmediano es además un hombre inmoral, de detestable conducta; un libertino, como lo fué su padre, escándalo de la corte de Carlos III. Lázaro prestó mucha atención.

Pascuala cogió entre sus manos la cabeza de la joven y la colocó con menos molestia; la entró uno de los brazos, que colgaba fuera de las sábanas; arregló éstas y las almohadas, y cerró un poco más la ventana, por que no entrara más claridad que la necesaria para no estar á obscuras. Usted ya no sale de aquí dijo Bozmediano á Lázaro.

Reflexionando entonces Lázaro que su grande objeto, hablar y confundir á Bozmediano, no lo podía conseguir, viendo entrar desconocidos en una casa desconocida, se retiró, dirigiéndose á la Fontana para asistir á la gran sesión de que su tío le había hablado.

Esa es mi duda, mi angustia. ¿A dónde puede haber ido? No conoce á nadie. Encontrándose sola en la calle, ¿dónde estará? Yo creí... francamente, creí que estuviera aquí. ¡Aquí! Yo pensé que usted la había inducido á salir; que había venido en busca de usted, á quien conocía. ¿Y aún cree usted que está aquí? preguntó Bozmediano sonriendo. Ahora... no afirmo nada ... dudo.

En la casa le decían constantemente que no estaba; paseaba de largo á largo la calle sin verle aparecer; llegó la noche, y á eso de las diez vió salir á las mismas tres personas de la noche anterior. Eran ellos. Bozmediano, padre é hijo, y el otro militar salieron por una puerta que se abría á un callejón obscuro, y se encaminaron á la plazuela de Afligidos, dando un gran rodeo.

, él me salvará: yo lo repitió Clara un poco menos asustada y más triste. No, no lo esperes. , lo espero. ¿Por qué no lo he de esperar? ¿Por qué me dice usted eso? ¿Qué sabe usted lo que él puede hacer por mi? ¿Pero es posible que le quieras tanto? dijo Bozmediano, que no creía encontrar tanta firmeza. , le quiero. Pero usted, ¿á qué me pregunta esas cosas?

Odiaba de muerte á Bozmediano, y este sentimiento le llevó á sentar el principio de que lo que allí se trataba no podía ser cosa buena. Retiróse á la calle de Válgame Dios, muy pesaroso por no haber podido tener con su enemigo la terrible entrevista que él se había imaginado. No es descriptible la ira que de María de la Paz se había apoderado con motivo de la tardanza del joven.

Palabra del Dia

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