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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Saltó el de las ánimas, y dijo: -Cuatro ducados di yo a Flechilla, verdugo de Ocaña, porque aguijase el burro, y porque no llevase la penca de tres suelas cuando me palmearon. ¡Vive Dios! -dijo el corchete-, que se lo pagué yo sobrado a Juanazo en Murcia, porque iba el borrico con un paseo de pato y el bellaco me los asentó de manera que no se levantaron sino ronchas.
¡Hombre, bien! exclamó el capitán tornando á serenarse. Es una buena idea... Tres jueguecitos nada más, ¿verdad? Nada más masculló el cura. Echóse un poco hacia atrás éste hasta quedar sentado sobre el trasero del borrico, dejando un buen pedazo de albarda al descubierto.
Ramiro escucha esos quietos rumores de la ciudad adusta y monacal, el canto de un gallo, el tañido de una campana de monasterio, la menuda pisada de un borrico en las losas. La calentura le martilla las sienes. En medio de la estancia, sobre un taburete, hay un pebetero encendido.
Miróme y dijo: -Irá V. Md., señor licenciado, en ese borrico con harto más descanso que yo con todo mi aparato. Yo, que entendí que lo decía por coche y criados que dejaba atrás, dije: -En verdad, señor, que lo tengo por más apacible caminar que el del coche, porque aunque V. Md. vendrá en el que trae detrás con regalo, aquellos vuelcos que da inquietan.
Harto penoso érale volver a pasar bajo los arcos sucesivos del antiguo torreón almenado que guarnece la cabecera. Sus piernas se hundían en una ola brusca de cabras o de carneros; aquí un borrico le estropeaba la bota con la pezuña, allí una vaquera de la sagra le apartaba de un manotón.
No diré que si usted bebe ese peleón que traen los arrieros de Toro, lleno de campeche y otras porquerías, no quede usted peor que antes; pero en tratándose del vino de Rueda legítimo y con diez años en la bodega, como el que tiene delante, diga usted que es una bendición del cielo, y que apaga la sed lo mismo que hace discurrir á un borrico... ¡Calle!... ¡pues si no le he traído copa para beberlo!... ¡Válate Dios... válate Dios... válate Dios!...
Mas al poco rato surgió entre la bulliciosa juventud el proyecto de trasladarse al pueblo, hacer una excursión en borrico por los jardines de la Herrería, salvar la pequeña sierra que los separa de Zarzalejo y regresar desde este punto en el tren de las siete y media.
¡Es demasiado borrico! decía doña Rufina cuando le hablaban de Trabuco; y procuraba tenerle alejado tratándole con frialdad ceremoniosa. Ronzal se vengaba diciendo que la Marquesa era republicana y que escribía en La Flaca de Barcelona, y que había sido una cualquier cosa en su juventud.
Cerca de unos prados 155 Que hay en mi lugar, Pasaba un borrico Por casualidad. Una flauta en ellos Halló, que un zagal 160 Se dejó olvidada Por casualidad. Acercose a olerla El dicho animal; Y dió un resoplido 165 Por casualidad. En la flauta el aire Se hubo de colar, Y sonó la flauta Por casualidad. 170 ¡Oh! dijo el borrico: ¡Qué bien sé tocar! ¿Y dirán que es mala La música asnal?
Dice Carlyle que en una clase de la escuela de gramática de Edimburgo había dos muchachos: «John, siempre, hecho un brinquillo, correcto y ducal; Walter, siempre desarreglado, borrico y tartamudo.
Palabra del Dia
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