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10 San Estanislao, obispo de Crobia, de D. Fernando de Zárate. 11 Cada uno para , de D. Pedro Calderón. 12 Los Esforcias de Milán, de D. Antonio Martínez. 1 Pedir justicia al culpado, de D. Antonio Martínez. 2 Sólo en Dios la confianza, de D. Pedro Rosete. 3 Cada uno con su igual, de Blas de Mesa. 4 El desdén vengado, de D. Francisco de Rojas. 5 El diablo está en Cantillana, de Luis Vélez.

Otros poetas dramáticos. Esfuerzos hechos por los críticos afrancesados. Luzán, Blas Nasarre, Montiano y Luyando.

El mozo ya no rasca laúdes ni vihuelas, y se pasea por el Cerrillo de San Blas muy cabizbajo y melancólico. Los criados del Conde le andan buscando para darle una paliza; pero escapa de ella, gracias á las tretas del socarrón de su lacayo, que no por estar muerto de hambre deja de ser maestro en artimañas y sutilezas. Los amantes van á ser separados para siempre.

Tal había sido el paseo de San Blas. Desde aquella tarde Mesía había recobrado parte de sus esperanzas; creyó otra vez en la influencia del físico y se propuso estar al lado de Ana la mayor cantidad de tiempo posible. Era una villanía, pero recurrió a la ciega amistad de don Víctor.

PELAYO. ¡San Blas! ¡San Pablo! D. TELL. No os cuelgo de dos almenas. PELAYO. Sin ser día de mi santo, Es muy bellaca señal. D. TELL. Salid luego de palacio, Y no paréis en mi tierra; Que os haré matar a palos. Pícaros, villanos, gente De solar humilde y bajo, ¡Conmigo!... PELAYO. Tiene razón; Que es mal hecho haberle dado Ahora esa pesadumbre.

Y ahora se van a comer. ¿Y me voy a quedar solo con Blas? No, tonto, Jacinta comerá aquí contigo. Mientras su mujer comía, ni un momento dejó de importunarla: « no comes, estás desganada; a ti te pasa algo; disimulas algo... A no me la das . Francamente, nunca está uno tranquilo... pensando siempre si te nos pondrás mala.

Marcharon los tres a la posada, ya hechos amigos, y Martín fué a ver a un confitero carlista de la calle Mayor. Durmieron en la posada de Blas y muy de mañana Zalacaín y Bautista se prepararon a seguir su camino. Era el día lluvioso y frío, la carretera, amarillenta, llena de baches, ondulaba por entre campos verdes; no se veía el monte Itzarroiz, envuelto entre la bruma.

D. Blas Joaquin Alvarez de Palma, nació en Jerez de la Frontera, Arzobispado de Sevilla, fue presbítero confesor y predicador en varias diócesis, hízose licenciado en Teología en la Universidad de Granada, y siendo Obispo de Albarracin fue trasladado al de Teruel en 1802, tomó posesión en 24 de Febrero de 1803, y en 19 de Diciembre de 1814 fue promovido al Arzobispado de Granada.

El bibliotecario Blas Nasarre se consagró poco después á demostrar prácticamente el valor de esas reglas nuevas en sus relaciones con el teatro español, consignando el fruto de su trabajo en ese tratado, tantas veces mencionado, acerca de la comedia española.

Naturalmente decía Ido a cada instante, echando ansiosas miradas en redondo por ver si aparecía la chuleta. Jacinta entró con un plato en la mano. Tras ella vino Blas con el mismo velador en que había almorzado el señorito, un cubierto, servilleta, panecillo, copa y botella de vino.