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Actualizado: 24 de junio de 2025
Aunque de la unión de estas dos verdades resulta una consecuencia que no aceptarían de buena gana los neocampestres montañeses, yo quiero prescindir de ella; pues vuelvo á repetir que estoy consignando hechos, y esto con el objeto de demostrar la gran revolución operada en las costumbres de la sociedad de Santander en muy poco tiempo.
Y no vale alegar en disculpa de Felipe IV que, no honrándole de otro modo, participó de un error común a sus contemporáneos. Lo que no deja de tener gracia es que casi todos los personajes que contribuyeron a la citada información pensaron lisonjear al Rey consignando que S. M. también pintaba.
La casualidad ha hecho llegar hasta nosotros la noticia de la existencia de algunos juglares sevillanos, entre los cuales debió de gozar de gran prestigio, un tal Guillen, que fué vecino de la collación de San Esteban, y como tal se le cita en el Libro del Mayordomazgo mayor de esta ciudad del año 1407, consignando que era «franco por privilegio del Rey.»
Léanse con reflexion los escritos á que aludimos, despójeselos de algunas palabras altisonantes y enigmáticas, y no se encontrará en ellos nada que no dijeran á su modo Lucrecio y Voltaire. Y bien ¿á qué se reduce esa espontaneidad, esa inspiracion de que tanto se nos habla? Fijemos las ideas, consignando y clasificando los hechos.
El bibliotecario Blas Nasarre se consagró poco después á demostrar prácticamente el valor de esas reglas nuevas en sus relaciones con el teatro español, consignando el fruto de su trabajo en ese tratado, tantas veces mencionado, acerca de la comedia española.
No cabe duda, según esto, de que Velázquez, al cumplir la orden del Rey, hizo un escrito consignando lo que pensaba de las pinturas y el sitio en que quedaban colocadas; de modo que existió Memoria y se redactó para manifestarla a S. M. Después de Palomino nadie, ni aun Cean Bermúdez, menciona el papel, hasta que hace algunos años el erudito don Adolfo de Castro presentó a la Academia Española un librito del cual ningún bibliófilo había dicho palabra; impreso, al parecer, con el exclusivo propósito de conservar a la posteridad aquel escrito del gran pintor.
A la puerta de aquel suntuoso edificio se leía una inscripción latina que traducida al castellano dice así: Para perpetua memoria D. Juan de Córdoba Centurión de Adan, hijo del marqués de Estepa del consejo del Rey de España Felipe el Grande atendiendo al interés que pudiera ofrecer á la posteridad, recogió con esmero estos fragmentos mutilados de los tiempos antiguos, esparcidos violentamente por el territorio de Estepa, salvándolos así en lo posible de su completa destrucción y procuró colocarlos con este orden, consignando los nombres de los lugares de donde fueron extraidos, para que cada uno de ellos conservase el honor de su antigüedad.
Es fácil formarse una idea exacta de los fenómenos diatésicos del arsénico, teniendo en cuenta su modo de obrar, que ya conocemos en parte, y que debemos continuar esponiendo aun, á pesar de algunas repeticiones, consignando al efecto los siguientes fenómenos: debilidad estraordinaria, agitacion, ansiedad, insomnio, acritud de las secreciones, calor seco quemante, sed, palpitaciones, dolor sordo en el corazon, plétora venosa abdominal, hipocondría, hemorróides, colecciones serosas, dolores quemantes, alivio por el calor, agravacion por la ingestion del agua fria, agravacion por la noche, sudor por la mañana al dormirse, ardor de las deposiciones, estreñimiento ó deposiciones involuntarias, insensibles, diarrea con ardor pronunciado y con quemazon en el ano.
El famoso matemático y cosmógrafo Jerónimo de Chaves, tan encariñado estuvo con los curiosos objetos que llegó a reunir, que quiso ponerlos á salvo para lo futuro consignando la siguiente cláusula en su testamento;
El señor disponía de su esclavo, como de sus muebles ó de sus animales, y así vemos corrientemente en los antiguos inventarios de bienes que se hacían por fallecimiento de cualquier persona, que, á seguida de la enumeración de los asnos, bueyes etc. hacíase el aprecio de los esclavos, hombres, mujeres ó niños, siendo de notar que de igual modo que se determinaban los defectos físicos de los brutos, marcábanse tambièn los de aquellos infelices seres; consignando por ejemplo, si era viejo, tuerto, ó manco, si padecía de bubas ó de enfermedad contagiosa.
Palabra del Dia
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