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Actualizado: 9 de julio de 2025
Hablaban con enojo en su lengua, y al cabo de un buen rato dijo el ladino: saca, Padre, mucho tabaco, bizcochos y cuchillos. Díles con abundancia, y no hubiesen quedado contentos, si no hubiese dado á algunos de los capitanes un sombrero y unas varas de ropa.
Marta miraba al italiano con curiosidad maliciosa. «¡Cosas del mundo!» pensaba la alemana, que en el fondo, para sus puras soledades, era más escéptica que Sebastián. «¡Este aquí como si nada le importara, y el otro infeliz!...». Minghetti seguía mojando bizcochos y bebiendo Málaga. Acabó por fijarse en la mirada insistente y expresiva de Marta.
El curioso Alemán llevaba todos los bolsillos repletos de naranjas y bizcochos, y en tres horas, hasta que el sueno le rindió, no suspendió sus ejercicios gastronómicos. Pero es el caso que al pedirle detalles sobre las comarcas que había visitado no daba razón de nada, explicando su Ignorancia con mil subterfugios.
Parece que en ese teatro de mágia no debe ser actor otro personaje que un hechicero. Entretenidos en mirar aquella mímica brillante, nadie tocaba á la cerveza ni á los bizcochos. Yo no quitaba ojo al brigadier Rotalde, que tan pronto se echaba el sombrero hácia la frente, como se lo dejaba caer hacia atrás, moviéndose casi contínuamente en la silla, en señal sin duda de impaciencia.
Di que te gustan los señoritos, bueno... yo no me meto en eso; pero no vengas quitando el crédito a los rapaces de tu igual... Se emborrachan, los que se emborrachan... Más de un señorito y mas de dos he visto yo venir como cabras para su casa... Y pegan a sus mujeres, también los que pegan... Si ellas no tuvieran la lengua larga, no las llevarían la mitad de las veces... Atiende; y don Ramón el maestro de música cuando llegaba a casa por la noche ¿daba bizcochos a su mujer?
Y ese otro suntuoso que tiene torres como lanzas y alegría como de salón; ese que ha dado una parte de sus salas a dos pueblos de nuestra familia, a Colombia, que tiene ahora mucho que hacer, al Perú, que está triste después de una guerra que tuvo, ése es el pueblo bravo y cordial de Uruguay, que trabaja con arte y placer, como el de Francia, y peleó nueve años contra un mal hombre que lo quería gobernar, y tiene un poeta de América que se llama Magariños: vive de sus ganados el Uruguay, y no hay pueblo en el mundo que haya inventado tantos modos de conservar la carne buena, en el tasajo seco, en caldos que parecen vino, en la pasta negra de Liebig, y en bizcochos sabrosos: y en la torre, que se parece a una lanza, flota, como llamando a los hombres buenos, la bandera del sol, de listas blancas y azules.
No, señor, me parece que no hay nada. Ya sabe que la señora... Sí, sí, ya sé. Don Mateo fué al comedor y comenzó a escudriñar los tiradores. Nada; no había más que los utensilios de la mesa, cuchillos, tenedores, el sacacorchos. Al través de los cristales del armario vió algunas pastillas de chocolate y una bandeja de bizcochos. ¡Caramba, si diera alguna llave!
Todo esto no se crea se hace riendo ni mucho menos, pues el indio posee una formalidad y una fuerza de convicción en ciertos actos, que se cree las cosas más raras y estupendas. De un frasco de cristal con tapón esmerilado, nos decía muy grave un criado al preguntarle por los bizcochos que guardaba, que se los había visto comer á las lagartijas.
BIZCOCHOS PARA BRAZO DE GITANO. Se baten las claras de tres huevos a punto de nieve, mezclando tres cucharadas de azúcar hasta dejarlo como merengue; se echan las tres yemas enteras y se vuelve a batir mucho; se mezclan tres cucharadas de harina sin batir, pero bien mezclada; se unta un molde con mantequilla, se echa la pasta y se mete al horno suave algo más de un cuarto de hora.
Lo único positivo que suelen sacar de la fiesta son las señales de los pellizcos ya dichos, las incomodidades y á lo mejor una indigestion por un atracon de dulces ó bizcochos en casa de los buenos parientes. Pero tal es la costumbre y los niños filipinos entran en el mundo por estas pruebas que despues de todo resultan ser las menos tristes, las menos duras en la vida de aquellos individuos...
Palabra del Dia
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