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Actualizado: 23 de julio de 2025


Mauricia le echó los brazos a su hija y le dio muchos besos.

Cuando vi el retrato me gustó tanto la niña, que por la calle le iba dando besos, y por la noche la acosté conmigo en mi cama. Estoy prendado de ella; mejor dicho, lo estuve estos días atrás, porque ya, habiendo discurrido sobre la necedad de prendarme de un retrato, me río de mismo y digo: «¡Si de carne y hueso encontraré tantas, a qué volverme loco por una pinturaPues no, Sr.

Allí había puesto él sus mejores besos: los besos de ternura y gratitud... Pero la suave piel, que parecía hecha de pétalos de camelia, se ensombrecía ante sus ojos. Era verde obscura y manaba sangre... Así la había visto él otra vez... Y se acordó con remordimiento de su puñetazo de Barcelona... Luego se partía con un agujero profundo, de contorno anguloso, igual al de una estrella.

Aún llevaba en sus labios la huella de los besos de Leonora; todo su cuerpo estaba impregnado de su dulce calor; ¡y aquel viejo venía a hablarle del deber, de la familia, del qué dirán, sin acordarse para nada del amor! ¡como si el amor no fuese nada en la vida! Aquello era un complot contra su dicha, y sentía que un impulso de lucha y de revuelta agitaba su voluntad.

En este tronco hueco, ocupado por seis indios remeros y dirigido por él, regresó siguiendo la costa, después de muchos días de ausencia, al lugar donde estaban encallados los navíos, recibiéndolo el Almirante con besos y grandes transportes de alegría. Sólo los dos se daban cuenta de la peligrosa situación.

El médico me ha dicho que ahora se le desarrollará bien el cuerpo afirmó Isidora contemplándole con satisfacción de madre. Pues si no... ¡Y qué bonito es, qué rico, qué galán! ¡Le quiero más...! ¡Qué tonta soy! Me da rabia conmigo misma. Desde que veo un mocoso, ya se me cae la baba». Isidora reía. Cogió a Riquín y le hartó de besos. «¡Pobrecito mío!

Cada evocación del pasado, le refería su amor, la alegría, el sol de su juventud. En uno de aquellos hornos ¿no había él mismo fabricado toda una minúscula vajilla de muñeca? Recordaba, como si este recuerdo hubiera datado de la víspera, su felicidad al recibir en pago de la sorpresa hecha a la niña, los frescos besos de su boca rosada.

Allí había venido á abrazarle su madre, la pobre doña Luisa, llorando, cubriéndolo de besos frenéticos, como si hubiese creído perderle para siempre.

Hubo, lo mismo que á la entrada, apretones de manos, besos sonoros y mucho ruido. Todas las damas hablaban á un tiempo. Octavio aprovechó la confusión para mandar un beso á su novia con la punta de los dedos. Por fin el bullicioso grupo salió á la tienda, y de allí, después de haber tomado en su compañía la parte masculina de la tertulia, á la calle.

Poco antes había entrado don Paco en la antesala; de suerte que si vio el empujón, vio también los besos que lo habían motivado. ¿Qué había de hacer don Paco? Hizo como nada hubiese visto. Y él y don Andrés entraron en la tertulia según costumbre. Al día siguiente ocurrió en Villalegre un caso que sorprendió y dio mucho que hablar.

Palabra del Dia

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