United States or Liberia ? Vote for the TOP Country of the Week !


En su bazar, situado en una de las calles más céntricas, se veían reunidos los más preciosos objetos de la industria humana, así de lo que en nuestra Península se producía como de lo traído de remotas regiones; de Bagdad, de Damasco, de Bocara, de Samarcanda, de la Persia, de la India y del apenas conocido inmenso imperio del Catay.

No había podido venir antes porque tenía una lección en aquella misma hora y tuvo luego que ir a casa por aquel encarguito. El encarguito, que se apresuró a destapar, era nada menos que un barómetro con caja de madera barnizada, que ofrecía a su amigo como regalo de boda. Lo había comprado en un bazar, le había costado seis duros y había estado dos meses privándose de café para ello.

Al cabo la sierva viene al bazar y le dice que su señora no puede dormir ni sosegar, pensando siempre en la tela y anhelando poseerla; que cede, por lo tanto, y que al día siguiente, al anochecer, vendrá al bazar con mucho recato y dará por la tela el precio que se le pide. La dama acude en efecto a la cita.

No será usted obscurantista, pero tiene la moliera a obscuras para todo lo que no sea picardía. ¿Qué tiene que ver que al señor Barinaga, al bueno de don Santos, se le haya metido en la cabeza que su comercio de quincalla y cera va a menos por una competencia imaginaria que, según él, le hace el Provisor? ¿Qué tiene que ver eso, alma de cántaro, con que el bazar, como lo llama, de La Cruz Roja, tenga sótanos y el Magistral sea comerciante aunque lo prohíban los cánones y el Código de comercio?

Para entretener su impaciencia paseó por la calle que conduce á la basílica, toda de barracones y tiendas con estampas y recuerdos piadosos, que hacen de ella un largo bazar. Aquí y en los jardines inmediatos á la iglesia sólo vió heridos convalecientes que guardaban en sus uniformes las huellas del combate. Los capotes estaban sucios á pesar de los repetidos cepillamientos.

Aunque él no le vio la cara, admiró la gracia y gallardía de su andar, la esbeltez y elegancia de su talle, cierto inefable prestigio seductor que como nimbo luminoso la circundaba, y la aristocrática belleza de sus blancas, lindas y bien cuidadas manos. La dama quiso ver cuanto de más rico en el bazar había.

También ella era una reina que se iba. Adelante. La Puerta del Sol, latiendo como un corazón siempre alborozado, le comunicó su vivir rápido y anheloso. Allí se cruzan las ansiedades; la sangre social entra y sale, llevando las sensaciones o sacando el impulso. Madrid, a las ocho y media de la noche, es un encanto, abierto bazar, exposición de alegrías y amenidades sin cuento.

Enseguida descifraron el jeroglífico los desocupados villavejenses, que hasta en grupos de seis en seis acudieron los primeros días para leer en voz alta y a una: «La cotorra de El ValencianoDespués soltaban una risotada, miraban hacia el fondo del bazar contiguo, y se iban haciendo muchos comentarios.

Y despues añadió: ¡Pobre joven!... Si todos pensasen y obrasen como él, no digo que no... ¡Pobre joven! ¡Pobre Florentino! La noche de aquel mismo sábado, el chino Quiroga que aspiraba á crear un consulado para su nacion, daba una cena en los altos de su gran bazar situado en la calle de la Escolta.

Lo digo sin rebozo; seré un africano bravío, un hombre montaraz; pero casi, casi me va fastidiando este enorme bazar de sonrisas, de genuflexiones, de perdones, de gracias: esta exposicion universal de exageraciones y de bicocas. Pero no digo bien; me fastidiaba antes; ahora no.