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Actualizado: 19 de julio de 2025
Precisamente Nicolás fue quien metió a Juan Pablo por el aro carlista, prometiéndole villas y castillos. Habíale dado recomendaciones para elevadas personas del Cuartel Real y para unos clérigos de caballería que residían en Bayona. Pero nada, como digo, se habló en la mesa.
Por fin llegó la pregunta que esperaba. ¿Y qué vientos le traen por aquí, señor Sanjurjo? Como tenía bien preparada la respuesta, le expliqué prolijamente las desgracias que me habían acaecido desde la paz. Primero, había residido dos años en Bayona, manteniéndome con los recursos que nos proporcionaban a los emigrados algunas personas acaudaladas del partido.
Aunque el lector lo sienta como yo, es preciso abandonar Paris: siguiendo mi itinerario hemos visitado Bayona, Burdeos, y la gran ciudad: ahora, continuarémos nuestra corta expedicion por Francia y acto continuo nos trasladarémos á la patria de Guillermo Tell.
Firme en mi decisión, escribí a la Compañía, pregunté en el puerto si algún barco zarpaba hacia la costa de España y me metí en un vapor que iba a Bayona. Recuerdo que hacía un tiempo de agosto, pesado, horrible. Los ojos se quemaban contemplando las playas arenosas, las dunas amarillentas, los estanques rodeados de pinos y la reverberación del mar.
Tan luego como esta enojosa ocupacion se terminó, continuamos nuestro viaje hasta Bayona. Antes de llegar á esta ciudad, no obstante ser el trayecto tan corto, tuve lugar de acordarme de las casas de Beneficencia y de las formas con que se recibe á los extranjeros.
Crecía la sombra, y de uno de los vagones, venciendo el ruido de la lenta marcha del tren, brotaba un coro apasionado y triste en lengua extraña, un zortzico, entonado a plena voz, por multitud de jóvenes vacos, que, juntos, iban a Bayona.
No, Don Ignacio; diré la verdad... creo que ya es mejor que la diga, porque tiene usted razón, he venido aquí.... Sí, señor; oígalo usted. Yo le quiero como una loca, desde Bayona... no desde que le vi.... Ya lo oye usted.
Sin episodio ni incidente alguno notable entré en Burdeos. Esta populosa ciudad, una de las primeras de Francia, anuncia ántes de entrar en su recinto lo importante de su significacion política y comercial. El viajero que llega á Burdeos procedente de Bayona, atraviesa una larga calle de tres cuartos de legua, cerrada con imponentes y majestuosos lienzos, que desemboca en una gran plaza.
Generalmente, Martín y Capistun se entendían con el de Bayona, pero algunas veces tuvieron que relacionarse con el de Pau. Muchas veces habían dejado en manos de jóvenes carlistas, disfrazados de boyerizos, barricas llenas de armas. Los carlistas montaban las barricas en un carro y se internaban en España.
La carretera de Madrid á Zaragoza, la de Madrid á Santander por Búrgos, la de Madrid á Bayona, la de Valencia á Madrid por las Cabrillas, y por último, todas las que abundan en las Provincias Vascongadas, son casi tan buenas y tan bien construidas y cuidadas como las de Francia, Italia y Suiza, que son las principales que he encontrado en Europa.
Palabra del Dia
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