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Su fama había llegado hasta Madrid. Los aficionados de la corte sentían curiosidad por conocer al «niño sevillano», del que tanto hablaban los periódicos y del que se hacían lenguas los inteligentes andaluces. Gallardo, escoltado por un grupo de amigos de la tierra que residían en Madrid, se pavoneó en la acera de la calle de Sevilla, junto al Café Inglés.

Allí residian los mercaderes de todas naciones, los heridos, viejos, y otra gente inútil, que como lugar mas apartado del enemigo, se tenia por mas seguro. Con este modo de govierno se sustentaron los nuestros cinco años, sin que en todas aquellas comarcas se labrase campos ni viñas, cogiendo solamente lo que la tierra naturalmente producia.

Luego todos los portugueses, eclesiásticos y seculares, que entonces residían en Roma. Luego los parientes del Embajador, todos en caballos que ostentaban ricos jaeces. Eran los jinetes más de sesenta hidalgos, que lucían sedas y encajes, collares y cadenas de oro y de piedras preciosas, y en los sombreros, cubiertos de perlas, airosas y blancas plumas.

Precisamente Nicolás fue quien metió a Juan Pablo por el aro carlista, prometiéndole villas y castillos. Habíale dado recomendaciones para elevadas personas del Cuartel Real y para unos clérigos de caballería que residían en Bayona. Pero nada, como digo, se habló en la mesa.

Mientras que el arte de los trovadores y juglares encontraba una segunda patria en la Marca oriental de España, penetraba también poco á poco en su parte occidental. Este sabio soberano, poeta y amigo de poetas, superó en generosidad á todos sus predecesores, señalando sueldo á parte de ellos que residían en su corte, y pensiones anuales á los que vivían en el extranjero.

Alborotóse Rodrigo con la nueva, i juntando á los de su consejo i á los principales caballeros que residian en su córte i cerca de su persona, les habló en estos términos: «Gentes feroces, venidas de Africa, han entrado en nuestras tierras, talando los campos, tomando los ganados i cautivando las personas.

, señor; , señor... comprendido, perfectamente comprendido clamaron los dos al unísono. Antes hubieran uno y otro recibido este jicarazo dijo el clérigo ; pero me ha costado un trabajo enorme averiguar dónde residían.

Clarita y otras niñas de la escuela creían á pie juntillas que la madre Angustias no tenía ojos, y que todas sus facultades ópticas residían en aquellos dos temibles vidrios verdes, engastados en una armazón rancia y enmohecida; y acontecía que para imitarla cortaban dos redondeles de papel verde del forro del catecismo y se lo pegaban con saliva en los ojos, con lo cual se morían de risa.

La situación de los moriscos que residían en Sevilla al terminar el siglo XVI era en verdad comprometida y en muchas ocasiones fueron tratados con la mayor crueldad por las autoridades y por el mismo pueblo. Mas como si fuesen pocos los castigos que se les imponían por la Inquisición y por otras autoridades, en el año de 1600 se vieron amenazados de un peligro que á todos ellos podía pesarle.

Era pupilo de una vieja cuyo marido había muerto trabajando en los altos hornos, y su hospedaje servía para mantener á la viuda. En torno de él había fabricado el afecto de los humildes una aureola de bondad. Una gran parte de su sueldo la enviaba á su madre y sus hermanas, que residían en la ciudad de Levante donde él había nacido.