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Actualizado: 11 de junio de 2025
De los caídos nadie se cuidó. Unos pedían agua, otros murmuraban nombres de mujeres; pero sus gritos fueron acallados por el rápido pisar de los que huían, brincando entre las matas y removiendo pedruscos que bajaban rodando hasta el barranco.
Pero toda mi industria y toda mi solicitud fue y ha sido de ningún provecho, pues mi amo vino en conocimiento de que yo no era varón, y nació en él el mesmo mal pensamiento que en mi criado; y, como no siempre la fortuna con los trabajos da los remedios, no hallé derrumbadero ni barranco de donde despeñar y despenar al amo, como le hallé para el criado; y así, tuve por menor inconveniente dejalle y asconderme de nuevo entre estas asperezas que probar con él mis fuerzas o mis disculpas.
En la primera de las banquetas de detrás, María Valdivieso, Paco Vélez y Gorito Sardona reían a carcajadas, disputándose el honor de soplar con alientos de buzo en la sonora corneta, avisando a los pacíficos aldeanos y a los mensurados bueyes, a las modestas cestas de camino y a las chillonas carretas cargadas de helechos, que se quitasen de en medio, que se echasen a un lado y se tirasen todos de cabeza por cualquier barranco, porque el mail-coach, con seis caballos, de la excelentísima señora condesa de Albornoz, necesitaba libre toda la carretera de Guipúzcoa.
No se podía pasar: las tierras estaban ahora cultivadas. ¿No lo sabía?... Algo de ello había oído el tío Tomba; pero en las dos semanas anteriores había llevado su rebaño á pastar los hierbajos del barranco de Carraixet, sin preocuparse de estos campos.... ¿De veras que ahora estaban cultivados?
Todo el grueso del ejército carlista entraba, en su retirada de España, por el barranco de Roncesvalles y por Valcarlos. Una porción de comerciantes se había descolgado por allí, como cuervos al olor de la carne muerta, y compraban hermosos caballos por diez o doce duros, espadas, fusiles y ropas a precios ínfimos.
Desde entonces brillaron todas las noches luces misteriosas en el mar, y á la salida del sol un enjambre de pececillos venía á situarse frente al barranco, emergiendo sus cabezas del agua para mostrar la hostia que cada uno de ellos llevaba en la boca. En vano quisieron los pescadores quitárselas. Huían mar adentro con su tesoro.
Entre la sepultura y el borde del barranco quedaba una meseta, desde la que se disfrutaba la visión de un panorama magnífico, y un millonario de París se atrevía á construir una casa de estilo «artista», con jardines en terrazas escalonadas, creyendo empresa fácil conseguir el traslado del general al cementerio y la demolición de su capilla-tumba.
Para abarcar el conjunto de tal escena hay que imaginarse la refriega que tenía lugar en la meseta de las Mineras; los aullidos, los relinchos de los caballos, los gritos de ira, la huída de unos, arrojando las armas para correr más de prisa, el encarnizamiento de otros; más allá del barranco, las escalas, cubiertas de uniformes blancos y erizadas de bayonetas; los montañeses, situados en la rampa, defendiéndose desesperadamente; las vertientes de la ladera, el camino y, sobre todo, la parte baja de los parapetos, cubiertos de muertos y heridos; el tropel de enemigos, con el fusil al hombro, los oficiales en medio de ellos, apresurándose por seguir el movimiento; por último, Materne, de pie en la cima del talud, con la carabina en alto, cogida por el cañón, la boca abierta hasta las orejas, llamando a voz en grito a su hijo Frantz, que llegaba con el pelotón, precedido del señor Juan Claudio, para ayudar a la defensa.
»Pronto supieron por sus explicaciones que era un vecino de Quacos, llamado Sancho Martín, propietario de todo aquel barranco, y que casualmente había subido aquella tarde á recorrerlo, cosa que no solía hacer.
Hay en aquel tres cuestas y un profundo barranco por el que corre un riachuelo, cuyos pasos deben hacerse con precauciones. De Tiaong á Dolores, hay 10 km. que hicimos en cinco cuartos de hora. Dolores es un alegre pueblecito enclavado bajo la influencia del Banajao, el San Cristóbal y el Masalacot. Su fundación es moderna, datando del año 1835.
Palabra del Dia
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