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Actualizado: 9 de junio de 2025


A pesar de no ser la baronesa persona que con facilidad se desconcertase, esta vez quedó descorazonada al oír semejante exordio, y fue casi balbuceando que respondió a Beatriz: Pero, ¡es posible!... , pude decir algo de lo que me indicas... pero con ciertas reservas... Es cierto, señora, estableció usted ciertas reservas.

Bajbiana, bajbiana.... ¿Qué es que bajbiana? preguntó, la baronesa de Rag a Osorio en su afán de aprender pronto el español. Este se apresuró a explicárselo como pudo. Pepa hablaba de vez en cuando por lo bajo con Jiménez Arbós. Solían ser algunas frases rápidas que probaban la inteligencia en que estaban y al mismo tiempo el deseo de mostrarse prudentes.

Y de vez en cuando interrumpía: ¡Eso es!... ¡Asimismo!... ¡Exactamente!... Y teniendo los sentimientos religiosos que tenía... ¿Cuáles eran? preguntó el juez. Pocas mujeres he conocido de una fe tan sólida y ardiente contestó el doctor. ¿Es cierto?... interrumpió otra vez la Baronesa. ¡Parece increíble lo grande que era su fervor! Yo tengo motivos para saberlo.

Me informé entonces cortésmente de sus propiedades, y lo dejé entregarse a desatinadas jactancias a propósito de sus innovaciones, que no valían un clavo, según lo sabía yo de mucho tiempo atrás. La baronesa hizo su entrada. Un viejo objeto de arte... fino, distinguido.

Y resultó que envidiaban en secreto la hermosura y la fama de virtuosa de la Regenta no sólo Visitación Olías de Cuervo y Obdulia Fandiño y la baronesa de la Deuda Flotante, sino también la Gobernadora, y la de Páez y la señora de Carraspique y la de Rianzares o sea el Gran Constantino, y las criadas de la Marquesa y toda la aristocracia, y toda la clase media y hasta las mujeres del pueblo... y ¡quién lo dijera! la Marquesa misma, aquella doña Rufina tan liberal que con tanta magnanimidad se absolvía a misma de las ligerezas de la juventud... ¡y otras!

¿A qué se atribuye su funesta resolución? ¿No había algo que la hiciese prever? preguntó el juez; y la Baronesa, no obstante ser incapaz de callarse, por esa vez se limitó a encogerse de hombros y mirar al Príncipe, para significar que éste era el único que podía contestar.

La baronesa había visto con muy malos ojos la partida del pintor, por cuanto así se aplazaba indefinidamente la terminación de su retrato, de que ella, a justo título, se sentía no sólo cumplidamente satisfecha, sino hasta orgullosa, porque en él se veía, cual si se mirara en su espejo, con un no sabía qué de algo más que ese pícaro espejo le rehusaba obstinadamente, habiendo tenido el artista la galante condescendencia de otorgárselo.

Mira, si yo no fuera una persona decente, le escribiría un anónimo a su señora contándole los devaneos... Pero no está en mi sangre, no. La señora de Botín es condesa o baronesa; él es conde o barón consorte, ¿te enteras? Ella es, según dicen, buena persona, y hace muchas caridades. Hablan de que va a fundar un hospital.

Beatriz dio respuesta a su marido con un signo negativo de cabeza y en sus labios se dibujó indefinible sonrisa. Pocos días después de estos incidentes, ocupábase la crónica escandalosa de París de una ruptura entre el marqués de Pierrepont y la baronesa de Grèbe. Estos rumores eran fundados.

Ser baronesa de Pontournant con los ochenta mil francos de renta del tío Guichard, con más la fortuna de su primo y la suya; ¡qué sueño! ¡Y este Fortunato, poco complaciente, no quería que se le hablase de tal asunto! se burlaba de las veleidades aristocráticas de Clementina y no quería absolutamente proporcionarse el ridículo de convertirse en barón de Pontournant á los cuarenta años y siendo un notable comerciante, condecorado bajo el sencillo nombre de Roussel.

Palabra del Dia

rigoleto

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