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Rugero salva la vida á la condesa Aurora de Barcelona, á quien ama, y apela á todo linaje de sacrificios heróicos por ganar su corazón; pero un concurso fatal de circunstancias hace que el premio de todos sus actos lo recoja su rival, y hasta que su amada los desconozca, logrando, al fin, abrir los ojos de Doña Aurora, la cual, por otra parte, siempre le ha mostrado cierta inclinación.

Juban. Sus límites y población. Sorsogon. Puerto. Iglesia y convento. Su población. Bacon. Estadística Su párroco. Isla de Bataan. Minas de carbón. Laguna de las Lágrimas. El canto del calao. Manito. Su población. Resumen. Retorno á la cabecera. Últimos recuerdos. De Bulusan á Barcelona hay 15 km. de regular camino.

Conocía todas las fábricas, pero la mejor sin disputa era la de Tutau, de Barcelona. Elogió el artículo como si fuese, un viajante de la casa. A Luis se le conocía en la cara el hastío y el pesar de no hallarse sentado al lado de Amalia. Pero Emilita no se atrevió a colocarlo en esta forma, ni tampoco junto a Fernanda. Lo primero sería un escándalo. Lo segundo, una molestia para ambos.

Hay otra comedia, muy superior á ésta, del mismo autor, Los desdichados dichosos, en la cual, con el arte profundo de Calderón, y á la manera de éste, se dramatiza la leyenda de la fundación del monasterio de Montserrat, que se refiere en el libro antiguo popular: Historia de Nuestra Señora de Montserrat y condes de Barcelona, con los sucesos de la infanta Ritilda y el ermitaño Fr. Juan Guarín.

Una nueva vehemencia oratoria galvanizó al náufrago. «¿El señor también es catalán?...» Y sonriendo á Ferragut como si fuese una aparición celeste, emprendió otra vez la historia de sus infortunios. Era un viajante de comercio de Barcelona, y había tomado en Nápoles la ruta del mar, por parecerle más rápida, huyendo de los ferrocarriles, congestionados por la movilización italiana.

Así, aquel sujeto no solo me habia ofrecido un notable contraste social, sino tambien un bello tipo de la sociedad española. En Barcelona habia tratado en la fonda á un marques de muchas campanillas, absolutista de tuerca y tornillo.

Uno dellos le respondió: -Señor, nosotros somos dos capitanes de infantería española; tenemos nuestras compañías en Nápoles y vamos a embarcarnos en cuatro galeras, que dicen están en Barcelona con orden de pasar a Sicilia; llevamos hasta docientos o trecientos escudos, con que, a nuestro parecer, vamos ricos y contentos, pues la estrecheza ordinaria de los soldados no permite mayores tesoros.

En la misma Biblioteca se encuentra también un tomo con el título: Doze comedias nuevas de Lope de Vega Carpio y otros autores. Segunda parte: en Barcelona, por Gerónimo Margarit, año de 1630. Está compuesto de sueltas, habiéndoseles puesto el título por cálculo mercantil, y lo copio á continuación por su rareza: Más merece quien más ama, de Antonio de Mendoza.

Si no podía andar entre las muchachas asegurándoles que Fulanito se alampaba por ellas, o que Zutanito se moría por sus pedazos, se arrimaba a los jóvenes, calentándoles los cascos, encendiéndoles la sangre, hablándoles del pie de tal chica: hombre, un pie que me cabe en la palma de la mano o del color de cuál otra hombre, si parece que se da agua de Barcelona, y no, me consta que aquello es natural . Borrén sabía de las criadas que llevan y traen cartitas, de los paseos retirados donde es fácil tropezarse cuando hay buena voluntad, de los peladeros de pava, de las butacas que en el teatro ofrecen más comodidad para hacer el oso; era el primero a olfatear los trapicheos, las bodas, los escandalillos y los truenos incipientes.

Yo mismo me he dejado dominar del buen humor y he desechado mi natural seriedad al escribir estos artículos. Tratado seriamente el asunto, alguna razón, aunque no por completo, tendremos que dar al doctor Morgades, obispo de Barcelona, y a la asociación que en aquella ciudad se está formando para oponerse a las corridas de toros.