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Actualizado: 26 de octubre de 2025


Ella acudía a todos, y teníamos un amparo.... ¿Pero ahora, qué será de nosotros?... Hemos amargado sus últimos momentos con nuestras disputas. ¡Somos como fieras! Lo hicimos de obligados. Si no lo hacemos, los otros bandidos nos dejan sin una hilacha. Pero es triste. Si, lo es. Por un momento los tres hermanos quedan silenciosos.

Esos son bandidos que siempre siguen a todos los ejércitos; pero un acto aislado no prueba nada contra la disciplina de nuestras tropas. Los soldados franceses han hecho cosas semejantes en Alemania, y particularmente en el Tirol: no contentos con saquear e incendiar las aldeas, fusilaban cruelmente a los campesinos sospechosos de haber tomado las armas para defender el país.

Por eso cuando leo las Historias, reyes, emperadores y magnates, se me figuran turba de bandidos cruel y sanguinaria y miserable! Hijos felices de la odiosa espada, la tierra, a su capricho, se reparten... ¡Dióles vida la tierra! ¡Ellos, feroces, se alimentan del cuerpo de la madre! Cede ¡oh Dios! cede en tu ira y mis desventuras mira con inmensa compasión.

¡Herejes, bandidos! proseguía mirándome con un aire terrible, como si yo hubiese pertenecido a la especie en cuestión. ¡Hum! hacía el cura. ¡No piensan más que en gozar y en comer! continuaba mi tía, que se acordaba de la miseria que le había legado su marido. ¡Agentes del diablo! ¡Hum, hum! proseguía el cura, moviendo la cabeza.

Los bandidos sintieron moverse algo dentro de su pecho, pues se miraron unos á otros...; y viendo que todos estaban pensando la misma cosa, uno de ellos se atrevió á decirla... ¿Qué dijo? preguntó el Capitán general, profundamente afectado por aquel relato. Dijo: «Caballeros, lo que vamos á hacer no lo sabrá nunca Parrón...» Nunca..., nunca... tartamudearon los bandidos.

El día terrible en que se realizó la mayor injusticia del mundo, en que se crucificó en el Gólgota, entre dos bandidos, a Cristo, ese mismo día, el comerciante de Jerusalén Ben-Tovit tenía, desde por la mañana, un dolor horrible de muelas. Le había comenzado la víspera, al anochecer.

Ya no se ve a los señores alternando con los pobres en las vendimias, bailando con las muchachas y requebrándolas como un gañán joven. La guardia civil corre el campo como en los tiempos que salían bandidos a las carreteras... ¿Y todo por qué, señor?

Estacionarios en las costumbres, porque han colocado su vida moral en otra región, marchan como precursores a la cabeza de las ideas. Así, en Los bandidos, obra maestra de Schiller, cuyo mismo autor apenas si concebía el alcance, hay un sumario poético de las próximas revoluciones.

En El más valiente andaluz se describen las temibles soledades de las montañas y la vida sanguinaria, que en ellas llevan las bandas de ladrones, con tanta y tan horrible verdad, y con tanta sublimidad y grandeza, que encubren lo antipático de tales argumentos y hasta logran, en cierto grado, mover nuestras simpatías; su valor y su magnanimidad, y el influjo de las causas, que los han impulsado á dirigir sus armas contra la sociedad y sus autoridades, son tan notables, que nos obligan momentáneamente á declararnos en su favor y á disculpar la sangrienta venganza, á que los fuerzan los asesinatos de sus amigos y parientes; ¡tanta es la maestría con que traza la vida de los bandidos, su valor casi sobrenatural y la resistencia que hacen á la muchedumbre de sus perseguidores!

Catalina, que se había acercado al grupo, oyó decir: ¿Entonces, usted cree que no es posible bajar por ninguna parte? No, Juan Claudio, no hay medio respondió Brenn ; esos bandidos conocen el país a fondo; todos los senderos están interceptados. Mira; ¿ves el manchón de los Corzos, a lo largo de esa charca? Nunca han tenido los guardas la idea de observarlo; pues el enemigo lo tiene bien guardado.

Palabra del Dia

reclinándose

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