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También la novela dió en distintos períodos de su vida una floración de libros que tuvieron por héroes á bandidos «simpáticos» ó tenebrosos y á policías «providenciales», y á nadie se le ocurre decretar por ello la supresión de dicho género literario. Al lado de la novela psicológica y de observación directa existirá siempre la novela de folletín. Y lo mismo puede decirse del teatro.

Sin contar los que anden por esos campos. Entonces, ¿qué quieres que haga Piorette, con sus trescientos hombres, frente a tal muchedumbre de bandidos? Te lo pregunto con toda franqueza, Hullin.

En vano lanzaban bombas, destrozando buhardillas y matando ó hiriendo viejos, mujeres y pequeños. «¡Ah, bandidosLa muchedumbre amenazaba con el puño al mosquito maligno, apenas visible á dos mil metros de altura, y después de este desahogo lo seguía con los ojos de calle en calle ó se inmovilizaba en las plazas para contemplar sus evoluciones. Un espectador de los más puntuales era Argensola.

Como D. Zacarías él también ahuchaba doblones de oro en botes de hoja de lata y los escondía en el desván. Nada tendría de extraño que aquellos bandidos se tomasen la molestia de andar un poco más para recogerlos. Antes que esto acaeciese, D. Félix estaba resuelto á defenderse hasta quemar el último cartucho. En este caso, duraría el fuego lo menos quince días.

¡Qué sabes de lo que son capaces o incapaces los seres humanos! replicó alzando los hombros con desdén . Lo ha dicho con profunda sabiduría el maestro alemán, el maestro clarividente: sólo cuando llegamos a cierta edad comprendemos en qué cueva de bandidos hemos caído. García no sólo te quiere entrañablemente, sino que te admira como a ningún otro hombre.

Algunos bandidos más audaces se apoderan de su trompa de succión é intentan extraerla del pozo.... Interrumpo al naturalista.

Por lo cual le exigieron quinientos pesos de rescate por medio de un campesino asegurando que si algo le pasaba al mensajero, el prisionero lo pagaría con su vida. Daban dos días de tregua. La noticia sumió á la pobre familia en el mayor terror y más aun cuando se supo que la Guardia civil iba á salir en persecucion de los bandidos.

Es el pobre Pleyel, no hay duda, gruñó Simón. ¡Pero que me aspen si no le ajusto yo las cuentas á este senescal de los demonios por la manera que tiene de tratar á sus huéspedes! No, no, Simón, los asesinos son aquellos bandidos ocultos en el bosque de que te hablé antes. Y el barón, sabe Dios qué suerte le habrá cabido. Vuelo á su lado....

Tengo hijos en todas estas aldeas, a quienes no he podido dar mi nombre ... ¡Yo mismo no puedo contarlos!.... Y los otros bandidos, temerosos de verse sin herencia por mi amor a los bastardos, han tratado de robarme, de matarme ... Pero yo tengo siete vidas. ¡Todo lo pagó con sus lágrimas aquella santa!... ¿Dónde estaré? ¡Ya no se oye la campana!...

«Muere salvajerugen los bandidos, Y él les contesta: «Moriré peleando; «Si no triunfé en el campo batallando, «Con mi muerte, de todos triunfaré.» Y á Dios encomendando su alma fuerte Traba con todos vigorosa lucha, Y circundando, con tezon relucha, Repitiendo: «Peleando moriré