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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Oh, no, lo que es a ella no la mataría, ni con puñal, ni con bala, ni con palabras fulminantes...». ¿Quién estaba ahí? preguntó Ana tranquila. El Magistral respondió don Víctor, que suponía a su mujer enterada de lo mismo que preguntaba. Ana se turbó. ¿A qué venía... a estas horas? preguntó disimulando sus temores. ¿A qué?
No, Baldomero... las armas las carga el diablo... y estas vacas son ajenas... ¡Lo dirás por ti; porque yo replicó Ricardo en tono de broma, donde pongo el ojo pongo la bala! ¡El de mejor puntería!... No soy tan certero como tú... contestó intencionadamente Ricardo, creyendo ver una alusión que no existía por cierto en la frase amistosa de Melchor.
De pronto se elevó una ligera humareda, brilló un relámpago, resonó un ruido sordo y una bala silbando pasó cerca del bauprés de El Gavilán. La corbeta empieza a hablar dijo Kernok , es nuestro pabellón el que quiere ver, ¡la curiosa! ¿Cuál hay que izar? preguntó Zeli. Este contestó Kernok , porque hay que ser galante.
Hacia la izquierda sonó otra detonación. Carlos cayó al suelo. Ragasse se había detenido. ¿Ha pescado usted algo, mi capitán? preguntó ansioso mientras se elevaba del campamento un sordo rumor y unas sombras se agitaban en la sombra como arenas movibles. Una bala en la pantorrilla. Huye, muchacho; me han hecho mi negocio sin que tú hayas intervenido. ¡Oh! mi capitán... mi capitán...
Sin dinero, el demonio del juego le había cogido por los cabellos: una noche, después de haber perdido una suma que no podía pagar, se había disparado un tiro de revólver en el corazón, para no sobrevivir a su vergüenza; la bala, desviándose, le había roto el húmero.
Los papeles están cambiados: el gaucho toma la casaca; el militar de la independencia el poncho; el primero triunfa; el segundo va a morir traspasado de una bala que le dispara de paso la montonera. ¡Severas lecciones, por cierto!
El primer guardia que intentó trepar, cayó rodando herido por una bala en el hombro. El enemigo invisible tenía la ventaja de la posicion; los valientes guardias que no sabían huir, estaban á punto de cejar, pues se detenían y no querían avanzar. Aquella lucha contra lo invisible les aterraba.
Salid, Esposo ofendido, A recibir esta esclava, De vuestro amor fugitiva Y de sus culpas errada. Esta ovejuela perdida, Que buscastes entre tantas, Acoged, que ya llorosa Por vuestros apriscos bala.
Ya veréis la que os espera, y cómo se barren las calles a bala rasa, y cómo os mandan a casita a puntapiés, como muchachos de escuela revoltosos que sois, con la promesa obligada de no volver a hacerlo más, y cuidadito con alzar el gallo.
Al tercer plato disparó con bala rasa contra la propiedad, el capital y la clase media, y el presidente del Círculo, patrón y dueño del establecimiento, hubo de amoscarse; poco después fue el patriarca mismo el enojado, a causa de no sé qué frases sobre el derecho de insurrección y el empleo de medios violentos y coercitivos.
Palabra del Dia
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