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Actualizado: 21 de mayo de 2025
El sacerdote corrió hacia él; pero ya estaba muerto, herido por una bala en la sien. Esa noche la aldea era nuestra, y al siguiente día se depositó en el cementerio de Villersexel el cuerpo del doctor Reynaud. Dos meses después, el abate Constantín traía a Longueval los restos de su amigo, y detrás del ataúd, a la salida de la iglesia, caminaba un huérfano. Juan había perdido también a su madre.
Y, en verdad, no sé cómo ha escapado el infeliz dijo Fernández a Santorcaz . Tres balazos tenía en su cuerpecito: uno en la cabeza, el cual no es más que una rozadura; otro en el brazo izquierdo, que no le dejará manco, y el tercero en un costado, y en parte sensible, tanto que si no le hubieran sacado la bala, no le veríamos ahora tan despiertillo.
Pensando en esto, y mientras apuntaba a don Víctor, sin verle, sin ver nada, sin fuerza para apretar el gatillo, oyó tres palmadas rápidas y en seguida una detonación. La bala de Quintanar quemó el pantalón ajustado del petimetre. Mesía sintió de repente una fuerza extraña en el corazón; era robusto, la sangre bulló dentro con energía.
Después ha visto cómo se deslizaban sus días, sin ambición, monótonos y fríos; en el alma, la honda amargura de las renunciaciones. ¡Si al menos la bala me hubiera buscado el corazón! Y sus ojos se tornan hacia los años juveniles, florecidos de hazañas imaginadas, en las que sonaban las trompetas de la Gloria.
¿Y quién no abriga fuego sacrosanto Y vuela con ardor á la batalla? ¿A quién detiene ni el amor, ni el llanto, Ni el silbo de la bala y la metralla? ¿Quién por la patria perecer no jura De Varela en la yerta sepultura?
Con sus dos primeras balas atravesó el estrecho círculo negro que rodeaba el punto blanco central; su última bala se alojó en la mosca misma. Tenía, pues, veinticuatro puntos contra veintidós. Fabrice estaba condenado.
Su artillería no cesaba de arrojar bala rasa, protegiendo la formación de las poderosas columnas que bien pronto debían hostilizarnos. Al punto se reforzó el ala derecha, se desplegaron en línea varios batallones, y sin esperar el ataque marcharon hacia el enemigo, amparados por dos piezas de artillería. El primer momento nos fué favorable.
La maldita fragata inglesa nos daba caza, y como era más velera que la nuestra, no pudimos zafarnos y tuvimos también que arriar el trapo a las tres de la tarde, cuando ya nos habían matado mucha gente, y yo estaba medio muerto sobre el sollao porque a una bala le dio la gana de quitarme la pierna.
Asunción y Presentación, después de registrar los bolsillos de su hermano, examinaban las polainas, el sombrero y la charpa, por ver, según dijeron, si aquellas prendas estaban agujereadas por alguna bala de cañón.
¿Quién vive? volvió a gritar el centinela. Martín se aplastó en el suelo todo lo que pudo; sonó un disparo y una bala pasó por encima de su cabeza. Afortunadamente, el centinela estaba lejos. Cuando Bautista descendió, Martín comenzó a bajar. Tuvo la suerte de que la cuerda no se deslizase. Bautista le esperaba con el alma en un hilo.
Palabra del Dia
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