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Volvamos empero á nuestros caminantes. Al salir de Júpiter, atravesáron un espacio de cerca de cien millones de leguas, y costeáron el planeta Marte, el qual, como todos saben, es cinco veces mas pequeño que nuestro glóbulo; y viéron dos lunas que sirven á este planeta, y no han podido descubrir nuestros astrónomos.

Mi hijo Alfonso salió el 10, con M. Pierreclos, para asistir a la gran batalla frente a Villafranca. Estuvieron un momento cercados por un cuerpo austriaco que se adelantaba oculto detrás de una montaña. La velocidad de sus caballos les salvó; sin embargo, algunas balas atravesaron sus vestidos y uno de los caballos quedó herido.

Al llegar arriba atravesaron una vasta antesala donde gran número de jóvenes se apresuraron a abrirles paso y saludarles con la familiaridad que se usa en los pueblos pequeños. En el salón había ya bastantes damas, todas disfrazadas, aunque la mayor parte de ellas, como Cecilia, sin máscara. Para los sarrienses era aquello una sorpresa.

Por extraño que parezca, yo no podía creer que se ocuparían de esa pobre mujer, o de su hijo deforme y moribundo. Las vísperas terminaron. Las figuras obscuras que habían estado en oración, se levantaron, atravesaron el piso de mármol hasta la puerta y desaparecieron, mientras las luces eran rápidamente apagadas. La mujer, con su hijo agonizante, quedó perdida en medio de las tinieblas.

Parecióles intentar de tomar Estañara pueblo de mucho trato, á la ribera del mar de Ponto, donde se fabricaban la mayor parte de los navíos de Thracia. Atravesaron largas cuarenta leguas, entraron el lugar sin hallar resistencia; porque nunca temieron á los Catalanes estando tan apartados de sus presidios para vivir con cuidado.

Otras atravesaron la plaza con los paraguas abiertos. Los menos, permanecieron en el mismo sitio haciendo interminables comentarios sobre lo que acababa de ocurrir. Al fin quedó una media docena de curiosos, que, fatigados de murmurar en aquel paraje, se fueron a hacer lo mismo al café de la Estrella.

Atravesaron posiciones ocupadas por batallones carlistas. Entre los jefes había muchos extranjeros con flamantes uniformes austríacos, italianos y franceses, un tanto carnavalescos. A media tarde comieron en Lezaun y, arreando las caballerías, pasaron por Abarzuza.

Y la capa observó el Conde; la olvida usted, y hará frío. No lo creo. En efecto rectificó la tía, tocando la mano de Judit, está abrasando. ¿Será que tienes fiebre? Convendría que no salieras. No, tía se apresuró a contestar la joven; nunca me he sentido mejor. El cupé aguardaba a la puerta; subieron a él y atravesaron los bulevares, juntos, en pleno día.

Luego atravesaron la Puerta de la Sirena arco de entrada del olvidado recinto de la ciudad y siguieron un camino, teniendo á un lado la tierra pantanosa de exuberante vegetación y al otro la larga tapia de una granja, en cuya argamasa asomaban fragmentos de lápidas y columnas.

Señor Francisco, yo digo lo que me dicen. Pues vamos allá exclamó Montiño con una resolución heroica. Subieron por la escalerilla de las Meninas, atravesaron parte del alcázar, y al fin el rodrigón abrió una puerta, hizo atravesar á Francisco Montiño una antesala y le introdujo en una sala. En ella, sentada junto á la vidriera de un balcón, estaba la hermosa doña Clara.