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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Aun aquéllos, dotados de escasas facultades musicales, convendrán con nosotros seguramente, si conocen la harmonía seductora de los dramáticos meridionales que, bajo este aspecto, casi todos los dramas alemanes, hasta los de nuestros autores más famosos, parecen de niños de escuela cuando se comparan con el arte superior de los primeros. ¡Qué diferencia entre la agradable alternativa de los metros tan sonoros de aquéllos y la monotonía de éstos! ¡entre la animación y la ligereza de unos y la grosera pesadez de otros! ¡entre la diversidad de ritmos, enlazados, sin embargo, harmónicamente, la inagotable riqueza de colorido con que revisten á la expresión, su semejanza y uniformidad de sonidos tan significativos, semejantes al eco, y su combinación silábica, ya lenta, ya ligera, con esa monotonía insoportable, con esa locuacidad desprovista de cultura ática, sin fuerza ni realce, que atormenta los oídos en nuestros teatros!
Pero, si se piensa bien, todavía no es más que una chiquilla, está lejos aún de la madurez necesaria para llenar bien los deberes de madre. ¡Sí, hay que tener paciencia! Y así consuela Martín su alma del pesar secreto que lo atormenta. Juan guarda silencio. ¡Tiene el corazón tan lleno, tan lleno! Querría demostrar su afecto a su hermano, pero no sabe cómo.
Veo delante de mi siglos, el infinito, la eternidad, mi conciencia y la sed ardiente de la muerte que me atormenta sin cesar. Apenas se reconoce en tu frente la edad de la virilidad, yo cuento muchos mas anos que tu. ?Crees que la existencia depende del tiempo? Las acciones; ved nuestras epocas.
¿Acaso te has sentido enferma estos días alguna vez, sin participármelo? No, papá; siempre me he encontrado bien. Luego, ya sabe usted que lo que me atormenta no puede calificarse propiamente de dolor, pues es un malestar sordo y febril, y aun no es continuo, porque me deja en paz algunos ratos.
Hay noches en que sospecho que me conoce, que se vale de su ceguera para prolongar la fingida ignorancia, y esto me atormenta... Deseo que recobre la vista, que los médicos salven uno de sus ojos, y al mismo tiempo siento miedo. ¿Qué dirá al reconocerme?... Pero no: mejor es que vea, y ocurra lo que ocurra. Tú no puedes comprender estas preocupaciones, tú no sabes lo que yo sufro.
En sueños, el avaro es generoso, y tal vez quien despierto no se desprende de un maravedí, para socorrer a un pordiosero, es capaz soñando de prodigar todas las riquezas de los Cresos y de los Fúcares. El cobarde puede soñar que es valiente. Hasta por lo mismo que despierto le humilla y le atormenta su incurable cobardía, en sueños se consuela creando y atribuyéndose el denuedo de que carece.
Ahora yo no puedo, no debo, no quiero sospechar que se haya burlado hasta de esa ley. Y sin embargo, ¿de qué me sirve pensar estas cosas, decirlas en alta voz, escribirlas, si la duda me embarga y me atormenta? »Poco a poco, pero con claridad perfecta, la he visto surgir, crecer, agigantarse. La duda angustiosa se convierte en ciertos momentos en desesperada certidumbre.
Y como advirtiera que yo aguardaba una respuesta ahogándome la ansiedad, hizo ese gesto peculiar de los enfermos aniquilados por el dolor, a quienes se atormenta hablándoles de asuntos graves y me dijo: ¿Por qué, pues, ha venido usted a proponerme cosas imposibles? Me acosaba usted a su placer... Váyase amigo... Váyase, se lo ruego. Hoy estoy enferma.
¡Ah! ya vuelve usted a ser el que era: el usted me hacía daño: por lo demás veamos lo que soy: una muchacha que en vez de vivir en un tabuco, vive en un bonito cuarto: que viste seda y que borda, cose, canta, atormenta un piano y enseña lo que se enseña en España en un colegio. Esta es toda la diferencia: por lo demás, pienso hoy de la misma manera que pensaba el día en que almorcé con usted.
Palabra del Dia
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