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Actualizado: 11 de junio de 2025


Una vez, sin embargo, logré que se fijase. Quisiera morirme pronto le dije repentinamente. ¿Y por qué? repuso volviendo el rostro con sorpresa. Porque llevo dentro de un demonio que me atormenta sin cesar. ¿Qué demonio es ése? Una pasión imposible. Siguió caminando en silencio unos momentos y se puso grave. Hasta entonces había estado risueña y habladora.

Lo rápido, lo fugitivo de la impresión, me induce a conjeturar que no ha tenido nunca realidad extrínseca; que ha sido ensueño mío. La calma del cielo, el frío de la indiferencia amorosa, si bien templado por la dulzura de la amistad y de la caridad, es lo que descubro siempre en los ojos de Pepita. Me atormenta, no obstante, este ensueño, esta alucinación de la mirada extraña y ardiente.

Los Españoles han tenido una confusa idea de este pais, que han llamado El Dorado; y un Inglés, nombrado el caballero Raleigh, llegó aquí cerca unos cien años hace; mas como estamos rodeados de intransitables breñas y simas espantosas, siempre hemos vivido exentos de la rapacidad europea, que con la insaciable sed que los atormenta de las piedras y el lodo de nuestra tierra, hubieran acabado con todos nosotros sin dexar uno vivo.

Entretanto, nos es preciso contentarnos con sombras de la realidad; y en el instinto de nuestro entendimiento para simplificar, para reducirlo todo ó aproximarlo cuando menos á la unidad, debemos ver el indicio, el anuncio, de esa ciencia única, de esa intuicion de la idea única, infinita; así como en el deseo de felicidad que agita nuestro corazon, en la sed de gozar que nos atormenta, hallamos la prueba de que no acaba todo aquí, de que nuestra alma ha sido criada para la posesion de un bien que no se alcanza en la vida mortal.

La hermana lo atormenta con todo linaje de males, pero él logra al cabo convertir á la apóstata, que vuelve arrepentida al gremio de la Iglesia, y que utiliza su elevada posición social para libertar á todos los cautivos cristianos.

Cuando torno la vista al pasado, condesa, y contemplo lo que era hace pocos meses y lo que ahora soy, me acometen deseos inmensos de odiar á usted. ¡Ah, si esto pudiera ser! ¡Ah, si pudiera borrar, aunque fuese con mi sangre, la pasión fatal que me atormenta!

27 El que cavare sima, caerá en ella; y el que revuelva la piedra, a él volverá. 28 La falsa lengua aborrece al que atormenta; y la boca lisonjera hace resbaladero. 1 No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de el día. 2 Alábete el extraño, y no tu boca; el ajeno, y no tus labios. 3 Pesada es la piedra, y la arena pesa; mas la ira del loco es más pesada que ambas cosas.

Me atormenta la idea de que él sería feliz con los sobras de mi mesa, con lo que comen los domésticos, ¡quién sabe si con lo que le dan al perro! Y Valeria y Clorinda, al ver mis lágrimas, no pueden explicarse un dolor tan insistente.

Y, sin embargo, no qué extraño temor, qué singular escrúpulo, qué apenas perceptible e indeterminado remordimiento me atormenta ahora, cuando tengo, como antes, como en otros días de mi juventud, como en la misma niñez, alguna efusión de ternura, algún rapto de entusiasmo, al penetrar en una enramada frondosa, al oír el canto del ruiseñor en el silencio de la noche, al escuchar el pío de las golondrinas, al sentir el arrullo enamorado de la tórtola, al ver las flores o al mirar las estrellas.

Amparo, hija mía la dije tu gran corazón te atormenta: ¡crees que he hecho un sacrificio inmenso... que te he sacrificado mi libertad! no... te engañas: estoy muerto para el amor, para ese amor ardiente que nos embriaga y nos arroja a los pies de una mujer... no, hija mía, no; eres demasiado pura para que mi corazón, gastado ya, pueda amarte más que con ese otro amor desinteresado de la amistad; si no hubieras pretendido entrar en un convento, yo... nada te hubiera propuesto: te hubiera tratado como un hermano y nada más: el día en que te hubieras casado con un hombre de tu elección hubiera sido completamente feliz.

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