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Actualizado: 18 de junio de 2025


Lo mismo en el infinito del horizonte que en un círculo más reducido, todo revestía una especie de aspecto alegre que adornaba de poesía a aquella fiesta melancólica de los muertos. En el camino, atestado de hojas amarillas, desarrollaba sus largos anillos la procesión lenta y recogida.

Al cabo dijo: ¡Quién sabe! ¡quién sabe! El mundo da muchas vueltas. Para no dará más que una... ¡La vuelta final! ¡Calla, calla! exclamó él riendo y tapándole la boca. No puedes deshacerte de esas ideas lúgubres y románticas, porque tienes el cerebro atestado de folletines. Porque lo tengo lleno de tu amor y temo perderlo manifestó ella, apretándole á su vez con pasión.

Todos mis recuerdos están concentrados en ella, pues no puedo, como la mayor parte de las niñas, cifrar mi vida en la visión de un alegre hogar atestado de niños pequeños y protegido por la doble ternura de un padre y una madre... Tenía, sin embargo, amiguitas que iban a jugar y a reír conmigo; pero detrás de aquel cuadro de cándida alegría, veo siempre aparecer la sombra melancólica del largo velo de la abuela.

¿Ni cómo pararse ella en reflexiones de mayor substancia? ¡Ella, que siempre había sido allí la puerca cenicienta! ¡Ella, que llegaba del colegio con la cabeza llena de fantasías tentadoras y el pecho atestado de mortificantes deseos, y en todo cuanto la rodeaba veía recursos para satisfacerlos, alas con que mecerse en los sonados espacios, llaves de hechizos con que abrirlas doradas puertas que guardaban los descifrados enigmas de su curiosidad insaciable!

Así que el batir de la puerta hubo anunciado a Lucía que estaba sola del todo, y que sus ojos se fijaron en la habitación desconocida, mal alumbrada por las bujías, desvaneciósele la especie de mareo del viaje; recordó su cuartico de León, sencillo, pero primoroso como una taza de plata, con su pila, sus santos, sus matas de reseda, su costurero y su armario de cedro, monumental y atestado de ropa limpia.

Miranda, a cuenta de un empréstito que negoció contando satisfacerlo después a expensas del generoso suegro, hizo venir de la corte lindas finezas, un aderezo de brillantes, un cajón atestado de lucidas galas, envío de renombrado sastre de señoras.

A las seis y media de aquella misma tarde no se veía un solo carruaje en el Retiro ni en el Parque, y centenares de ellos, por el contrario, atravesaban al trote largo el Paseo de Recoletos, atestado ya de gente, y seguían en confuso remolino hacia la Fuente Castellana.

Como evocada por alguna de sus compañeras en hechicerías, entró en la cocina entonces, pisando de lado, la vieja de las greñas blancas, la Sabia, que traía el enorme mandil atestado de leña. El marqués tenía aún la escopeta en la mano: cogiósela respetuosamente Primitivo, y la llevó al sitio de costumbre. Julián, renunciando a consolar al niño, creyó llegada la ocasión de dar un golpe diplomático.

El calor arreciaba con la mayor afluencia de gente, y muchas señoras se habían refugiado en un salón bajo que se prolongaba en un pequeño jardín también atestado de gente y vistosamente iluminado con farolillos a la veneciana.

El libro estaba atestado de patrañas. «El cristianismo, decía, es un fenómeno histórico, y como tal debe ser estudiado históricamenteEsto era evidentemente absurdo, porque el cristianismo significa la redención del género humano por el Hijo de Dios; es la revelación de la verdad divina.

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