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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Muy estiradito siempre, eso sí; muy atento a sus guantes, a su corbata, a su pie pequeño, resultaba grato a las damas, sin interesar a ninguna; tolerable para los hombres, algunos de los cuales verdaderamente le estimaban.
De improviso unos cuantos tiros les sorprenden a ellos tanto como a nosotros; detienen el paso; extendemos nosotros la vista con ansiedad y recelo en la obscura noche; todos ponemos atento el oído, y al fin nos reconocemos, sin vernos, porque el corazón a unos y otros nos dice: «Ahí están.»
Allí don Quijote estaba atento, sin hablar palabra, considerando estos tan estraños sucesos, atribuyéndolos todos a quimeras de la andante caballería.
Cuando éste penetró en el cuarto de Enrique, le halló afeitándose frente a un espejo, tan preocupado y atento a su tarea, que no le vio ni oyó los pasos. Hola, Enriquillo, ¿cómo va? Enrique volvió asustado la cabeza. Ah, ¿eres tú, Miguelito? Siéntate, hombre, me alegro mucho de verte aquí.
El tío Frasquito le escuchaba atento y boquiabierto, creyendo ver apuntar en el corazón apasionado de Malek-Adhel aquellos alborotos misteriosos que trocaron los de Rancés y Mañara... Mas de repente, dejando Jacobo el tono sentimental de su perorata, preguntóle en prosa llana dónde andaba a la sazón su mujer Elvira.
Extraño sería, tratándose de una época tan agitada y de un pueblo, que no soltaba nunca las armas, atento sólo á conservar sus recientes conquistas, buscar las huellas de un arte que sólo puede prosperar en la paz.
» Mientras hablaba, iba observando yo el efecto de mis palabras en el atento escuchante. También este trámite estaba apuntado en el programa. Ni un músculo se contrajo en todo su cuerpo, ni el menor gesto alteró la expresión serena de su semblante. Como si se tratara de una historia del otro mundo.
Si el batelero es por lo comun áspero y soez, como en todas partes, el artesano es atento y el campesino afectuoso. Al llegar á Barcelona se siente una penosísima impresion, causada por los muchos mendigos que rodean y atormentan al extranjero. La mendicidad me pareció muy extraña en una ciudad tan activa y opulenta.
Atento primeramente á la seguridad de la familia, elige para situar sus poblaciones los puntos pantanosos de la playa, en la que vive con toda comodidad sí, pero rodeado siempre de precauciones, importándole poco la vecindad de las aguas, que para el moro, criado en ellas, la cosa más natural y más sencilla es el paso á nado de cualquier río por ancho y caudaloso que éste sea.
Mira, si le hablan de ti palidece o se pone como un tomate, enmudece y después cambia de conversación en cuanto puede hablar. En el teatro, en el momento en que tú vuelves la cara, te clava los ojos, y cuando el público está más atento a la escena y ella cree que nadie la observa, te clava los gemelos. Pero la observo yo; por curiosidad, claro; porque a mí, en último caso ¿qué? Su alma su palma.
Palabra del Dia
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