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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Bajó la escalera y salió a la calle, donde ya la esperaba su Cosme para acompañarla hasta casa. El día 9 de junio de 1860, debe señalarse con caracteres de oro en los fastos de la villa de Sarrió. Para ese día, socorrido de Alvaro Peña y de su hijo Pablo, don Rosendo Belinchón había rogado por medio de atento B.L.M. a sus convecinos que concurriesen por la tarde al local del teatro.
Una porción de bromitas que el banquero no parecía escuchar, atento a contar los billetes. Contó siete de quinientas pesetas y se los entregó, oprimiendo al mismo tiempo el timbre para que un dependiente extendiese el recibo. Fayolle también los contó y dijo: Se ha equivocado, señor duque. El presio del caballo era cuatro mil pesetas. Aquí no hay más que tres mil quinientas.
Al menor ladrido miraba sobresaltada hacia la portera, y apenas anochecía, veía avanzar por entre el pasto ojos fosforescentes. Concluída la cena se encerraba en su cuarto, el oído atento al más hipotético aullido. Hasta que la tercera noche me desperté, muy tarde ya: tenía la impresión de haber oído un grito, pero no podía precisar la sensación. Esperé un rato.
Ya en este tiempo se había levantado Sancho Panza, algo maltratado de los mozos de los frailes, y había estado atento a la batalla de su señor don Quijote, y rogaba a Dios en su corazón fuese servido de darle vitoria y que en ella ganase alguna ínsula de donde le hiciese gobernador, como se lo había prometido.
Aparte de lo que llevo rápidamente indicado, Londres tiene muchos, muchísimos objetos dignos de estudio atento, porque son del mayor interés para la ciencia, la industria, el comercio y la vida social.
Tristán también hizo un esfuerzo desesperado para reír, pero estaba irritadísimo y no volvió a pronunciar palabra hasta llegar a Madrid. En la estación el caballero se despidió muy atento: las señoras ni le miraron siquiera. La casa de su tío Escudero, con quien vivía, estaba situada en la calle de Alcalá y era grande y lujosa.
Durmió, pues, tan mal que en realidad dormía con un ojo y velaba con el otro, atento siempre a defender su contrabando.
Extendió una mano hacia atrás y rascó la puerta con la uña, produciendo un rumor semejante al de los ratones... El fino y atento oído de la dama se dio por enterado. Carmen, vaya V. al comedor, y tráigame un vaso de agua... ¡Siento un picor en la garganta!... ¡Jesús, qué tos tan rara! Y la dama tosió hasta querer reventar.
Los curiosos se apiñaban tras las cortinas, y Currita, en primera fila, devoraba a Jacobo con la vista; Martínez, a su lado, estrujado casi contra el quicio mismo de la puerta, no podía verle, mas prestaba oído atento, lleno de ansiedad, mordiendo con la cabezota baja el puño de su garrote.
Aquella extensión de hermosura que contemplé me ha dejado anonadado: era una cosa serena y majestuosamente inclinada hacia mí como para recibirme. Yo veía el Universo entero corriendo hacia mí y estaba sobrecogido y temeroso.... El cielo era un gran vacío atento, no lo expreso bien... era el aspecto de una cosa extraordinariamente dotada de expresión.
Palabra del Dia
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