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Acordóse el tío Frasquito de Matilde y Malek-Adhel, y se sintió enternecido; la emoción le produjo un golpe de tos violentísimo, que fue necesario calmar con tres caramelos de malvavisco. Porque Jacobo había acudido a él de nuevo en demanda de auxilio y abiértole su corazón hasta lo más recóndito. Era singular lo que por él pasaba, y en vano había intentado explicárselo.
El tío Frasquito le escuchaba atento y boquiabierto, creyendo ver apuntar en el corazón apasionado de Malek-Adhel aquellos alborotos misteriosos que trocaron los de Rancés y Mañara... Mas de repente, dejando Jacobo el tono sentimental de su perorata, preguntóle en prosa llana dónde andaba a la sazón su mujer Elvira.
Y rabiosillo y enfurruñado de que la leyenda de Malek-Adhel tuviera el ramplón desenlace de cualquiera comedia moratinesca, dejóse llevar de su espíritu de chismografía hermafrodita, diciendo: Perrro ¿has meditado bien tus pretensiones? Je parecen acaso imposibles?... Hombrre, imposibles no... ¿Perrro sabes tú la vida que Elvirrra hace? Justamente iba a preguntártelo.
Gustaba de romanzas y versos, siempre que fuesen «con mucha tristeza»; y Ferragut se la comía con los ojos mientras ella pulsaba la guitarra entonando la canción de Malek-Adhel y otras romanzas de «rosas, suspiros y moros de Granada» que el médico había oído de niño á los barberos de su país.
El tío Frasquito hizo una mueca de disgusto, como si viera trocar a Malek-Adhel el blanco turbante por el sombrero de copa alta, o le hicieran saltar de una página de Madame Cottin a otra de la Guía de forasteros. ¿Elvirrra? contestó . Pues no sé, perrro debe de estar en Biarrriz... Ayerrr dijo la López Morrreno que la había visto.
No... Quiero verlo yo mismo. El tío Frasquito brincó otra vez emocionado, viendo ya a Malek-Adhel fundando, como Rancés, una Trapa, o un hospital como don Miguel de Mañara... ¡Todo, todo iba saliendo lo mismo, igual, idéntico que en la Favorita!... Fernando, la bella del Re, fray Baltasar... Faltaba tan sólo el convento, y ansioso él de poner la primera piedra, se apresuró a decir: Pues te llevarrré cuando quierrras.
Palabra del Dia
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