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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Acababa de dejar sobre la mesa de Moreno dos cartas, una de ellas muy abultada, con el sobre abierto, mostrando su interior repleto de papeles. Había estado escribiendo una parte de la noche en su alojamiento, para condensar en estas dos cartas todos sus asuntos. Señaló la más delgada y dijo:

Ella también tenía su hombre en el ejército y le preocupaban los asuntos propios. «¿Dónde estará? se preguntó Julio durante el día . ¿Por qué desea que ignore su paradero?...»

Pocos asuntos se han manejado tanto por los dramáticos españoles como la historia de D. Alvaro de Luna; pero la verdad es también que acaso la comedia más débil, que desenvuelva este argumento, es la de nuestro Damián Salustrio del Poyo. Al parecer este mismo Velarde había escrito otro Cid, antes que Guillén de Castro .

Se le tenía como una especie de oráculo: la comarca entera consultábale todo los asuntos, hasta los más íntimos. Había estado en relación con todos los hombres eminentes de la Asamblea Constituyente, de la ciencia y de la literatura: M. de Buffon, Mirabeau, los economistas y los filósofos.

Por fortuna, un sinnúmero de enfermedades provenientes de la vida crapulosa del doctor surgieron en su gastado organismo, y murió cuando ya su mujer, si no le odiaba, veíase separada para siempre de él por sus infidelidades y desvíos. La muerte del primo Rafael hizo que don Juan volviera a casa de su hermana y se dignase ocuparse en sus asuntos.

Relaciones de negociaciones ocultas, de secretos de estado, anécdotas picantes sobre la vida privada de personajes célebres, sobre tenebrosas intrigas, y otros asuntos de esta clase, han de recibirse con extrema desconfianza.

Nada sabría de ellos; su época fijaba la atención en otros asuntos más importantes. Y sin embargo, bajo de sus pies, en la sombra, latía una fuerza ignorada por él, que iba a transformar el mundo... Desde hace ochenta años ha venido a la tierra un nuevo dios: el dinero.

Tres años hacía que había muerto su esposo el pellejero, pero la fabricación, la recomposición y el despacho de corambres, seguían más florecientes que nunca, si bien, en aquellos últimos meses, había surgido y continuaba una crisis en los asuntos de doña Ramona.

Contra lo que esperaba el ateo, la conversación, al llegar el Champaña, había tomado un rumbo que no podía llevarla a los asuntos serios que él creía propios de aquella solemnidad. Se hablaba de mujeres. Casi todos echaban de menos la edad de las ilusiones, no por las ilusiones, sino por la secreta fuerza, que según ellos era su origen.

En este momento me ocupo de asuntos de mi ministerio replicó en tono severo el P. Gil. Pero este tono, en vez de sosegar a la joven o amedrentarla, la encrespó al parecer.

Palabra del Dia

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