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Actualizado: 17 de junio de 2025


El niño asoma en este momento, da un grito de alegría, y corre hácia su madre, que le abre los brazos. Esta aventura, que no tiene nada de particular para otros, tiene para una grandísima importancia, porque tiene una grandísima moralidad. La accion de la mujer de Batiñoles vale infinitamente más que el castillo, y que mil castillos del poeta de Lamartine.

Según las teorías modernas, que la experiencia diaria confirma, el individuo reproduce en compendio la evolución de la especie, de modo que, aun en las naciones civilizadas, todos empezamos la existencia en el estado mental del salvaje adulto, a la vez injusto y vengativo, que siente necesidades, apetitos, deseos y temores, y no conoce deberes ni responsabilidades; nos es naturalmente más fácil y accesible lo que tenga este carácter y no el opuesto toda vez que la ira, el odio, el terror, el alcohol o las lesiones cerebrales nos despojan accidental o permanentemente de la cultura adquirida y superpuesta, con tanta mayor facilidad cuánto más débil o más reciente sea, quedamos en la pura barbarie inicial, y asoma el salvaje que está siempre latente en el hombre civilizado.

Mi yerno tal vez finja escandalizarse, pero ya le arreglaré yo la cuenta. Más valiera que no hiciese la vista gorda ante los paseos que Juanito, ese cadete sobrino de don Sebastián, da por el claustro cuando mi nieta se asoma a la puerta. El muy mentecato sueña nada menos que con emparentar con el cardenal y que su hija sea generala. Bien podía acordarse de la pobre Sagrario.

Todavía hablábamos con la familia americana, cuando, delante de nosotros, se para un coche, abre el lacayo la portezuela, y asoma una mujer de hermosa figura. Pone el pié en el estribo, se suspende el traje, habla con el lacayo, y así se estuvo un par de minutos, como para que nosotros admirásemos el bello contorno de su pierna.

Tintinea a lo lejos una herrería, y unos muchachos se han sentado en una esquina y tiran contra la pared, jugando, unas monedas. El sol reverbera en las blancas fachadas; se abre un balcón con estrépito de cristales. Y luego, una moza se asoma y sacude contra la pared una escoba metida en un pequeño saco.

En efecto; la capa del señorito de Santa Cruz tiene un siete tremendo, y debajo de ella asoma la americana con los ribetes deshilachados, corbata mugrienta, y el cuello de la camisa de dos semanas... Entonces ella se deja caer sobre él, y le dice con efusión cariñosa: «Alma mía, yo trabajaré para ti; yo tengo costumbre, no; planchar, repasar, servir... no tienes que trabajar... yo para ti... Con que me sirvas para ir a entregar, basta... no más.

Contempladle; su frente altiva parece amenazar al cielo; su mirada imperiosa exige sumision y acatamiento; en sus labios asoma el desden hácia cuanto le rodea; en toda su fisonomía veréis que rebosa la complacencia en propio; la afectacion de sus gestos y modales os presenta un hombre lleno de mismo, que procede con excesiva compostura, como si temiese derramarse.

Palabra del Dia

irrascible

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