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Actualizado: 7 de junio de 2025
Dorotea le miraba, le sonreía, y le mostraba una hermosísima mano. De una manera irreflexiva, dominado por la situación, por la magia poderosa que se desprendía de Dorotea, por aquella voluptuosidad concentrada, por decirlo así, don Juan cayó de rodillas, y asió la mano de Dorotea y quiso llevarla á sus labios. Pero Dorotea la retiró.
Asió la primera ocasión por los cabellos para levantar la voz y atraerse la atención de los comensales. Ayer le he visto a usted por la mañana en la carrera de San Jerónimo, Fuentes le dijo la condesa de Cotorraso que estaba tres o cuatro puestos más allá. Según a lo que usted llame mañana, condesa. Serían las once, poco más o menos.
Impetra del santo cielo que te dé un corazón contrito y reconocido, y da gracias al Señor por haberte enviado una amiga como Catalina de Corlear. Con todo, después de esta imponente y dramática salida, rápida como un relámpago, asió la cabeza de Carolina, la besó entre las cejas y se retiró. El día siguiente fue muy triste para Juan Príncipe.
Le asió por el brazo, le empujó hacia el corredor y cerró violentamente la puerta detrás de él. Una vez sola, se sentó y meditó durante una hora. Después se levantó y se encaminó á su cuarto pensando: Si; no me queda más que ese medio de arreglar mis asuntos de un modo honroso, ¡Una reconciliación! Acaso de esto modo vuelva á adquirir influencia con Roussel.
De repente se levantó, asió una mano á doña Clara, la estrechó contra su corazón y exclamó: Explicadme, señora, explicadme este misterio que me vuelve loco. Cuando seáis mi esposo. Pero eso será pronto... ¿No me veis vestida de boda? la corona nupcial de mi madre, las joyas que llevó en una ocasión semejante, me adornan: á falta de traje á propósito la reina me ha regalado éste.
Con una vez sola que venga y quiera «mandar en ti».... Ella se asió con terror del brazo de su amigo. No, por Dios...; no digas eso.... Es mi deber decírtelo...; ¿quién te dió ese libro? El padre cura.... ¿A ver?... Yo también quiero buscar una oración para mí.
Alojaba acaso aquella noche en la venta un cuadrillero de los que llaman de la Santa Hermandad Vieja de Toledo, el cual, oyendo ansimesmo el estraño estruendo de la pelea, asió de su media vara y de la caja de lata de sus títulos, y entró ascuras en el aposento, diciendo: ¡Ténganse a la justicia! ¡Ténganse a la Santa Hermandad!
Y rebozándose completamente en su manto, se asió del brazo del sargento mayor, atravesaron las galerías, bajaron una escalera y salieron por una de las puertas del alcázar recientemente abierta, dando ocasión á que dijese el portero: Muy temprano van de aventuras las damas de la reina.
Para contar cómo me salvé, no puedo fundarme sino en recuerdos muy vagos, semejantes a las imágenes de un sueño, pues sin duda el terror me quitó el conocimiento. Me parece que un marinero se acercó a D. Alonso cuando yo le hablaba, y le asió con sus vigorosos brazos.
En esto, llegó don Quijote, alzada la visera; y, dando muestras de apearse, acudió Sancho a tenerle el estribo; pero fue tan desgraciado que, al apearse del rucio, se le asió un pie en una soga del albarda, de tal modo que no fue posible desenredarle, antes quedó colgado dél, con la boca y los pechos en el suelo.
Palabra del Dia
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