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El Magistral de pies, en el umbral de una puerta, con una colgadura de terciopelo cogida y arrugada por su blanca mano, se inclinaba con gracia, sonreía, y movía la cabeza pequeña y bien torneada diciendo: no con el gesto... con cierta coquetería epicena. ¡Anda, papá! sujétale decía Olvido con voz suplicante, arrastrando las sílabas que parecían salir de la nariz. Imposible.

Arrancó una hoja de un libro de memorias, y escribió en ella las palabras que más tarde debían leer sus compañeros, arrojándola medio arrugada sobre la yerba. ¿Qué has hecho? le preguntó el jefe. Un voto a mi genio protector respondió el Capitán . Te aconsejo que no toques ese papel, si no quieres morir.

A juzgar por el semblante sombrío, pálido, inmóvil del confesor del rey, debía suponerse que gravísimos pensamientos le ocupaban. De tiempo en tiempo se detenía, leía una carta arrugada que tenía en la mano, crecía su palidez al leerla, temblaba, y volvía á arrugar la carta en un movimiento de despecho.

Su negra y raída levita estaba arrugada por la incómoda postura que tuviera en el féretro. Era Tucker. Reíase y aplaudía de todo corazón... Esperaba yo que Tucker, una vez sentado en el féretro, bostezara y se desperezase... ¡Pues nada de eso!... Una vez sentado en el féretro, me dio un abrazo y me besó paternalmente, diciendo: ¡Oh mi querido sobrino! ¡Oh mi querido hijo!

Era dueña de la casa que tenéis un poco más arriba de la vuestra, y se la vendió a tu padre; la única compra que hizo don Ramón, ¿no te acuerdas? , creía conocerla. Poniendo en tensión su memoria salía de los más remotos rincones una señora vieja, arrugada, con la espalda algo curva, y una cara de simpleza y bondad.

A las dos formas de gobierno que por entonces contendían en España, se las representaba el auditorio de Amparo tal como las veía en las caricaturas de los periódicos satíricos: la Monarquía era una vieja carrancuda, arrugada como una pasa, con nariz de pico de loro, manto de púrpura muy estropeado, cetro teñido en sangre, y rodeada de bayonetas, cadenas, mordazas e instrumentos de suplicio; la República, una moza sana y fornida, con túnica blanca, flamante gorro frigio, y al brazo izquierdo el clásico cuerno de la abundancia, del cual se escapaba una cascada de ferro-carriles, vapores, atributos de las artes y las ciencias, todo gratamente revuelto con monedas y flores.

La fotografía reproducirá los calzones rotos, la astrosa camisa y la arrugada y curtida faz del viejo marinero santanderino; pero sólo el señor Pereda sabe crear a Tremontorio, reuniendo en él los esparcidos rasgos, infundiéndole con potente soplo vida y alma, y dando un nuevo habitador al gran mundo de la fantasía.

Mas tarde, los fenómenos nerviosos y la afeccion del cerebro la caracterizan eminentemente por el delirio activo, las constricciones dolorosas, en particular en la garganta, las rigideces, los espasmos aun tetánicos, la sensibilidad exagerada de los órganos de los sentidos, las alucinaciones, un pulso lleno y acelerado..... Mas tarde aun, la piel se pone fria, pálida, seca, arrugada, el pulso muy pequeño, el delirio pasivo, la pupila contraida, el calor interno es molesto, las evacuaciones, en fin, son involuntarias.

Su nariz pequeña, redonda, arrugada y dura como una nuececita, no paraba un instante: tanto la movían los músculos de su cara pergaminosa, charolada por el fregoteo de agua fría que se daba todas las mañanas. Sus ojos, que habían sido grandes y hermosos, conservaban todavía un chispazo azul, como el fuego fatuo bailando sobre el osario.

Un violento prurito, parcial ó general, que no se limita á la piel, sino que ataca á las mucosas que están en contacto con ella; la piel amarilla y arrugada; las erupciones miliares y urticarias; las aftas, las ulceraciones, las erosiones en las mucosas y la piel; los dartros pruritosos, que generalmente son húmedos, exudantes, las vesículas ó el prurito, que se trasforma en dolor de escozor ó corrosion; los dolores escoriantes y quemantes en las mucosas, aquí los efectos del causticum, á los que es necesario agregar el endolorimiento de los callos y clavos, y de las várices, el desarrollo de verrugas y de inflamaciones limitadas á las estremidades de los dedos de los piés y de las manos.