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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Le hablaba arrastrado por tan ardiente deseo, me vio tan reanimado, tan cambiado ante la perspectiva inesperada de aquel viaje, que se dejó seducir y tuvo la debilidad y la generosidad de asentir a todo. Sea dijo. En definitiva, eso a vosotros solos os incumbe. No soy ángel de la guarda. Después de todo bastante hago guiando sólo los pasos de dos locos de atar como tú y yo.
Para costear su viaje a Biarritz necesitó enajenar más papel de la Deuda. Llevó en metálico a Francia unas cinco mil pesetas, cantidad más que suficiente para pasar el verano. Sin embargo, a los pocos días, arrastrado del ejemplo de sus amigos, se le antojó jugar en el Casino a los caballitos. En dos sesiones perdió todo el dinero.
Delante de su palo asolador caían los mozos de Rivota y Lorío. Pero arrastrado de su ardimiento había ido demasiado lejos. Cuando menos lo pensaba se encontró solo. Entonces, al echar una mirada en torno y verse rodeado enteramente de enemigos, flaqueó su corazón y olvidó su fuerza indomable. Tres veces gritó con voz penetrante demandando socorro á sus amigos.
Después, si el guía está dotado de un alma verdaderamente aiglemontesa, pondera el pasado en detrimento del presente: Aiglemont dice con énfasis en el tono arrastrado y nasal peculiar de los aiglemonteses, es la última fortaleza del catolicismo. Hasta la Revolución éramos posesión eclesiástica y moriremos fieles a nuestros destinos. Nada de ideas nuevas...
El ridículo cayó sobre las cabezas de los transeúntes; pasó de mano en mano, y fué arrastrado por la multitud do tal modo, que un momento después de caído estaba á gran distancia. Lázaro, que vió esto, bajó rápidamente, llegó á la calle y atravesó, con mucho trabajo, por entre la multitud. Su determinación era decisiva. ¡Qué feliz coincidencial decía para sí.
Pero un día Keller la abandonó como ella había abandonado a otros; se fue arrastrado por el marchito encanto de una contralto tísica y lánguida, que tenía el enfermizo perfume, la malsana delicadeza de una flor de estufa.
Y después de permanecer largo rato silencioso, con la mirada fija en el balcón, profirió al fin sordamente: La Naturaleza no ha sido para mí suave como para otros. Yo soy un hombre del arroyo. Entre torbellinos de polvo, arrastrado por el viento, un germen viene a caer cierto día en las inmundicias de la calle.
La mujer para su madre es siempre una niña. Mi pobre madre murió de tristeza, murió de amor. ¡De tristeza! ¡de amor! exclamó don Juan. Del año, los nueve meses los pasaba mi padre en campaña, y aun había años en que no venía. ¡Ah! exclamó el joven, arrastrado por el profundo sentimiento de la voz de doña Clara al pronunciar aquellas palabras.
Muchos católicos sueñan con canonizar a Felipe II por la crueldad fría con que exterminaba a los herejes: el tal rey no tenía otro catolicismo que el suyo; era un heredero del cesarismo germánico, eterno martillo de los papas. Arrastrado por la soberbia, bordeaba continuamente el cisma y la herejía.
Mi tío se acercó temblando, remiso y casi arrastrado por el deber... al aproximarse retrocedió: la moribunda presentaba un aspecto terrible: la fisonomía estaba amoratada; la respiración era difícil y cavernosa. ¡El sacerdote! exclamaron algunos de los circunstantes mientras los médicos abandonaban la habitación.
Palabra del Dia
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