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Crespo tenía bien definida y arraigada su vocación: la naturaleza; Quintanar había llegado a viejo sin saber «cuál era su destino en la tierra», como él decía, usando el lenguaje del tiempo romántico, del que le quedaban algunos resabios. Era el espíritu del ex-regente, de blanda cera; fácilmente tomaba todas las formas y fácilmente las cambiaba por otras nuevas. Creíase hombre de energía, porque a veces usaba en casa un lenguaje imperativo, de bando municipal; pero no era, en rigor, más que una pasta para que otros hiciesen de él lo que quisieran. Así se explicaba que, siendo valiente, jamás hubiese tenido ocasión de mostrar su valor luchando contra una voluntad contraria.

Raro es el hombre en quien no domine una pasion con preferencia á las otras. Este dominio hace que sus pensamientos, su juicio y su razon se sujeten facilmente al afecto que prevalece, de lo qual nacen grandes y enormes defectos, así en el entender como en el obrar. A esta pasion arraigada y dominante llaman Genio, Natural, y conviene que cada qual conozca el suyo para enmendarle.

Doña Ramona tuvo el noveno hijo; y como tampoco falló la costumbre esta vez, en seguida perdió el octavo. Y todavía llega a tener el décimo; y también la acechaba entonces la suerte negra, y le mató el noveno. Este golpe dejó a la pobre señora para no llevar otro sin sucumbir. Era mujer de gran espíritu y arraigada fe. Dios le daba los hijos y Dios se los quitaba. Disponía de lo suyo.

Sería proceder en infinito si yo contase aquí los productos del reino vegetal, la Flora de aquella tierra predilecta del cielo, sobre la cual, según popular convencimiento y arraigada creencia, está verticalmente colocado, en el cenit, el trono de la Santísima Trinidad. Baste saber que las mil y tantas huertas de Cabra son un Paraíso.

A pesar de mis pocos años, me hallaba en disposición de comprender la gravedad del suceso, y por primera vez, después que existía, altas concepciones, elevadas imágenes y generosos pensamientos ocuparon mi mente. La persuasión de la victoria estaba tan arraigada en mi ánimo, que me inspiraban cierta lástima los ingleses, y les admiraba al verles buscar con tanto afán una muerte segura.

La ciencia es el mayor de los títulos para el cordobés; dos siglos de Universidad han dejado en las conciencias esta civilizadora preocupación, que no existe tan hondamente arraigada en las otras provincias del interior; de manera que no bien cambiara la dirección y materia de los estudios, pudo Córdoba contar ya con un mayor número de sostenedores de la civilización, que tiene por causa y efecto el dominio y cultivo de la inteligencia.

De mucho dudaba Fray Miguel, en mucho no creía; pero, como roca, cuyo cimiento y raíz se hunde tanto en el seno de la tierra que no hay impetuoso torrente que la derribe y la arrastre, así su firme creencia en el valer de la vida humana, en este mundo, para preparación y prueba y para conquista de otra más alta vida, se conservaba firme y arraigada en su espíritu contra todas las tempestades y contra todas las avenidas de dudas y pasiones que habían pugnado y que pugnaban aún por arrancarla de allí y por sepultarla en la vana región de los sueños.

Pepe, deseoso de no dar pábulo a la irritabilidad de su hermano, se abstenía de chistes impíos y frases burlescas, aunque a veces se le venían a los labios, oyéndole desplegar ingenuamente la más arraigada superstición; de suerte que ambos comenzaron a fingir cierto comedimiento, a pesar del cual Pepe comprendía que la situación no era para prolongada y que la menor cosa que proporcionase a Tirso ocasión de mostrar su enojo bastaría a desencadenar una tormenta.

Dícese que esta intolerancia se sostiene por respetos á corporaciones religiosas, á cuyo gran patriotismo se debe lo arraigada que está en los indígenas la fidelidad á España, pues son ellas las que consideran perjudicial el establecimiento de colonias agrícolas españolas y de comercios é industrias montados por españoles, para esa veneración que el malayo filipino siente hacia el europeo nacido en la Península.

Pero la humanidad no sólo tiene la vida material; tiene en el pecho arraigada la cepa más perenne de otra vida; la vida del Derecho. De ahí esa benemérita milicia de paladines que en tranquila guerra luchan para afirmar sobre la tierra el reinado final de la Justicia!