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Seguíanla cincuenta arqueros escogidos, robustos y de elevada estatura, que llevaban el casco sencillo, la cota de armas y sobre ella el coleto blanco con el rojo león de San Jorge y calzaban recios borceguíes anudados á la pierna con luengas correa, todo lo cual constituía el equipo de los Arqueros Blancos.

Al grito de furor de los piratas respondieron las carcajadas de los arqueros. ¡Bien, muchachos! gritó Simón. Pero ocultaos de nuevo tras la borda, porque veo que han resuelto aprovechar la lección y tienden red de malla para protegerse contra nuestras flechas. Que nadie asome. No tardaremos en oir silbar las piedras de esos jayanes.

Pero atención, mon petit, que aquí llega Chandos en persona con su compañía y tras ella pendones y escudos entre los que reconocerás á lo mejor de nuestra nobleza. Mientras hablaba Simón había desfilado ante ellos fuerte columna de arqueros, seguidos de un portaestandarte que llevaba en alto el pendón de Chandos.

Pero apenas se hubo descubierto, la sangre inundó su rostro y cayó desvanecido. Pronto volverá en , dijo el noble después de examinarlo atentamente. He perdido hoy un valiente escudero y mal puedo perder otro. ¿Cuántas bajas hemos tenido, Simón? Nueve arqueros, siete marinos, once hombres de armas y vuestro escudero el joven señor de Roda. ¿Y el enemigo? Sólo queda con vida el jefe normando.

Así ocultos y protegidos, formaban nuestra derecha los arqueros, con los hombres de armas á la izquierda, los caballeros en el centro y detrás de ellos la mula del cobertor. Trescientos caballeros franceses se dirigieron hacia ella en línea recta, para empezar, y muy valientes y apuestos parecían, pero los cogió en el camino tal nublado de flechas que pocos escaparon con vida.

Un numeroso grupo de hombres andrajosos, con horrendos visajes y armados de picas, hoces y chuzos, arremetía de nuevo contra los dos caballeros, que hacían prodigios de valor y destreza, en el momento en que les llegó el refuerzo de Roger y los dos arqueros, cuyas espadas abrieron sangriento camino en la vocinglera turba.

Los arqueros habían limpiado de enemigos la proa y popa de ambas galeras, pero los piratas éstos atacaron en gran número el centro del Galeón, cayendo con furia por ambos costados sobre los marinos y hombres de armas y luchando con ellos cuerpo á cuerpo, en confusión tal que los soldados y marineros situados en las cofas no se atrevían á lanzar dardos ni peñascos, temerosos de herir y aplastar á sus propios compañeros.

No lo dudo, amigo Carlín, repuso Simón, y á fe que no creo haber cambiado mucho desde entonces. Pero también sabes que ni tomo yo un beso á la fuerza, ni ataco al enemigo por la espalda y diez contra uno. Al buen entendedor.... Una mirada al resuelto rostro del sargento y á las manazas de Tristán convenció á los arqueros de que allí nada bueno podrían sacar á la fuerza.

Te digo que la he visto ahora mismo, al subir la escalera, tan distintamente como veo á esos dos arqueros dormidos. Tenía los ojos anegados en lágrimas y sus manos se adelantaban como para protegerme.... Mira, Gualtero, es tarde y necesitas descansar. ¿Dónde está tu cuarto? En el próximo piso. Queda precisamente sobre éste. ¡La santa Virgen nos proteja!