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Actualizado: 21 de junio de 2025
Fijamos la última mirada en la blanca espuma que incesantemente nace y muere al gemir de las olas que rompen en las piedras del Fuerte del Sur, y ... ¿cuál es la María Rosario? pregunté al patrón. Aquella, señor, dijo, señalando un barco armado de brick-barca. Los detalles de la María Rosario, cada vez se iban delineando con más precisión.
El moro fué siempre un hombre terrible en la guerra, y lo mismo en Mindanao como en Joló; el número de su fuerzas no es conocido, porque allí donde hay un moro hay un guerrero; vá siempre armado con lanza, cris ó campilan, armas que nunca abandona, que son compañeras inseparables suyas, y que maneja con una rara habilidad; acostumbrado, como el indio, al clima en que vive y á las fatigas de su azarosa vida poco necesita para cubrir sus atenciones; bástale un puñado de arroz, las frutas que el bosque le brinda, la pesca que abunda en sus playas y el agua de sus pantanos.
Y don Rodrigo, armado con aquellas cartas, obrando por cuenta propia, era omnipotente: hubiera dictado condiciones á Margarita de Austria, te hubiera vencido, hubiera ocupado acaso ya tu lugar, un lugar que, si no le pones fuera de combate, ocupará algún día; ¿comprendes ahora todo lo que debes á ese afortunado joven? ¡Oh! ¡oh! ¡y yo ciego!...
Corre, revístete a escape de tus armas, monta a caballo y vete. Vertiendo muchas lágrimas de gratitud y besándole respetuosamente las manos, Plácido se despidió del abad y éste le abrazó y le bendijo. Dos horas después cabalgaba Plácido, solo y armado, por medio de un pinar espeso y por senda apenas trillada, que iba serpenteando junto a la orilla de un arroyo, entre cerros altísimos.
Piscis comenzó a hacer la guardia desde la esquina, armado de su formidable garrote. ¿Quién era la mujer que en aquel momento obtenía los favores del sultán de Sarrió? La blonda Nieves, responderán a una voz cuantos hayan seguido el curso de esta verídica historia.
Si encontraba vacía una vivienda de esta especie, se la apropiaba. De no ser así, se comía al habitante, introduciendo después en el nacarado refugio su posterior, armado de dos patas ganchudas. No bastaban al débil paguro sus precauciones defensivas.
86. Fué de admirar cuanto cayeron de ánimo los indios con la muerte tan intempestiva de su capitan, en cuyo valor, prudencia y arte, tenian puesta toda su esperanza: y por esto, despues de algunos reencuentrillos que hubo tras el rio Vacacay, desde visperas hasta la noche, es que cuentan los indios una cosa particular: que cierto portugues, hijo de Pinto, Gobernador de la recien construida fortaleza en el Yobí, ó sobrino de parte de su padre, el cual fué muerto por los indios con una bala para vengar dicha muerte, en un caballo elegante, y bien armado de fusil, pistolas y alfange, un Lorenzista, á quien el mozo tiraba á matar, corriendo confiado á caballo h
No bien habian entrado, cuando ya por todas partes fueron cercados del enemigo armado, y se hallaron cautivos.
Al fin, la comedia se hizo el primer día, y no la entendió nadie; al segundo empezárnosla y quiso Dios que empezaba por una guerra, y salía yo armado y con rodela, que si no, a manos de mal membrillo, tronchos y badeas acabo.
Mientras la condesa hablaba, murmuró sonriendo algunas palabras de asentimiento, y se había armado de valor para averiguar lo que deseaba saber. ¡Qué buena sois, señora! dijo . Entonces, ¿puedo quedar en Orsdael? ¿Sois tan generosa que me hagáis este favor? ¿Y no tendré que guardar más a la señorita? ¡Oh, cuánto os agradezco que me libréis de ese penoso servicio!
Palabra del Dia
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