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Actualizado: 21 de junio de 2025


Todos se arrodillaron, menos el filósofo, que miraba la luna silbando el Trágala. Entonces el fraile, armado de un hisopo, se aproximó a los fardos y dio una vuelta alrededor de ellos diciendo: ¡Atrás, Satán, atrás! y que este signo de redención purgue a esas mercancías de la mancha que la herejía ha impreso en ellas. ¡Atrás, Satán, atrás! Y echó torrentes de agua bendita sobre las cajas.

Veamos lo que ha inventado hoy para imitarnos gritaban los loros y los monos insolentes desde lo alto de los árboles. ¡Muy bien, hija mía! aprobaba el elefante con lentos movimientos de su trompa y el toro agitando su armado testuz. ¡Venid á ver la última creación de Eva! piaban millares de pájaros en el follaje.

En efecto, yo entré desnudo en el gobierno y salgo desnudo dél; y así, podré decir con segura conciencia, que no es poco: "Desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano". Esto pasaba entre Sancho el día de la partida; y, saliendo don Quijote, habiéndose despedido la noche antes de los duques, una mañana se presentó armado en la plaza del castillo.

La del alba sería cuando don Quijote salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo.

Finalmente, él contó todo lo que Pedro a don Quijote había contado. Cesó esta plática y comenzóse otra, preguntando el que se llamaba Vivaldo a don Quijote qué era la ocasión que le movía a andar armado de aquella manera por tierra tan pacífica. A lo cual respondió don Quijote: -La profesión de mi ejercicio no consiente ni permite que yo ande de otra manera.

Y en el fondo de su corazón nació un gran respeto a par que una inmensa gratitud hacia aquella piadosa mujer, que le libertaba de las garras del demonio. Escuchó con atención el prolijo relato de sus visiones, y armado de santa emulación emprendió de nuevo con más ardor, si no con más fe, el camino de las mortificaciones, que había abandonado mientras gimió en la servidumbre de la duda.

¡Para mis barbas -dijo Sancho-, si no hace muy bien Pentapolín, y que le tengo de ayudar en cuanto pudiere! -En eso harás lo que debes, Sancho -dijo don Quijote-, porque, para entrar en batallas semejantes, no se requiere ser armado caballero. -Bien se me alcanza eso -respondió Sancho-, pero, ¿dónde pondremos a este asno que estemos ciertos de hallarle después de pasada la refriega?

Husmeaba el ambiente amenazador, como un viejo caballo de guerra que relincha oliendo la pólvora. ¡Bronca!... ¡Ya se ha armado! exclamó con alegría, mirando al otro lado del puente. Por la avenida del ensanche corría á todo galope un grupo de jinetes de la guardia civil. En último término, veíase una gran masa de gente, una mancha negra matizada por el rojo flotante de algunas banderas.

Andaba no lejos de allí un hermano de D. Diego de Ulloa, el cual también era canónigo, y al enterarse de la escena acudió en defensa de su hermano, y «viendo trabada la pendencia dice la historia arrebató la espada á uno de los criados que le acompañaban, y armado con ella y seguido de los otros sus criados y de los de su hermano, que desnudaron las suyas, se arrojó sobre el arcediano de Niebla, en cuyo auxilio tuvieron tiempo de llegar algunas de las personas que estaban en la iglesia, y que también espada en mano se opusieron á tan sacrílega y brutal agresión

Este se presenta armado completamente, trayendo en sus manos la lanza adornada con la cruz; al brazo un escudo, en el cual se representan los símbolos de la Pasión, y comienza la lucha para redimir los hombres.

Palabra del Dia

rigoleto

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