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Actualizado: 5 de junio de 2025
Comprendió entonces que su deber era sustituir a su padre y de la noche a la mañana dijo adiós a la fantasía y a la fábula, para dirigir su actividad por un camino más positivo. Sus primeros trabajos no le habían sido inútiles del todo: el hábito de la investigación contraído al reflexionar sobre argumentos ficticios, lo habían hecho hábil para desentrañar los misterios con que lucha la justicia.
Gran alboroto en la colmena: replico yo a mi adversario con idénticos argumentos: los redactores se reparten en dos bandos, y se entabla una batalla donde menudean los puñetazos y coscorrones; ruedan las sillas, caen las mesas, quiébranse los vidrios de algunos cuadros, y hasta hubo quien apoderándose de las tijeras de recortar sueltos, formó círculo en torno suyo y esparció el terror entre los contendientes.
¡Y me hace el favor de decirme quién demonios es usted para que me hable de esta manera... vamos, como un capellán de cárcel en su visita semanal a las celdas! Mejor es que sepa contener su lengua, hombre, y reflexione bien en mis palabras, le dije. No soy persona de entrar en argumentos. Procedo. Pues, proceda como mejor le plazca. Yo haré lo que crea más conveniente, ¿me oye?
Currita parecía titubear, porque había mirado a Jacobo como si le consultase, y este fruncía las cejas; la pícara era ducha y no era del todo fácil hacerle tragar el anzuelo. El diplomático reforzó sus argumentos, y el general Pastor, con militar franqueza, dijo resueltamente: Condesa, más puede usted hacer en ese baile con su abanico que yo en el Norte con mi espada.
José del Olmo en la Relacion del auto general de fe, celebrado en Madrid en 30 de Junio de 1680, pone estas palabras, viendo que algunos reos se tiraron á las llamas, i conociendo cuan mal habia salido la cuenta á la Inquisicion, ó por lo menos á la religion cristiana, con la crueldad de los jueces del Santo Oficio: «Puede ser que hiciese reparo algun incauto en que tal ó cual se arrojase en el fuego, como si fuera lo mismo el verdadero valor que la brutalidad necia de un culpable desperdicio de la vida á que se sigue la condenacion eterna.» I conociendo Olmo que aquellos que morian tan heróicamente eran tenidos por mártires, dice estas razones para prevenir los argumentos de los judíos: «Los mártires no los hace la muerte, sino la causa, i muchas veces suele remedar el error las hazañas de la verdad.»
Sus argumentos eran, en verdad, difíciles de rebatir. Para todo tenía respuesta. La Condesa de San Teódulo tiene mala reputación decía don Braulio. Será una calumnia contestaba Beatriz. ¿Y si lo que se dice contra ella es fundado? Entonces... ¿qué se le ha de hacer? A bien que no es enfermedad contagiosa.
A ver, que me lo digan; que me den una razón, media razón siquiera... Porque tú no me has de salir con argumentos tontos; tú no has de participar de esas preocupaciones por las cuales...». Al llegar aquí, el orador se embarulló algo, y no ciertamente por miedo a la dialéctica de su contrario.
Verdad, dijo Fadrique, que los poetas nunca suelen hacer los argumentos de los poemas; otros, que después se quieren hacer sus intérpretes, los hacen por más curiosidad; que el poeta debe proceder con tanta claridad en su obra, que no sea menester que él se interprete, y aun si fuese posible, sería bien que se excusase el prólogo, el cual sólo dice lo antes pasado.»
Pero esto no impedía al magistrado comprender que debía considerar el otro aspecto del problema y profundizar los argumentos aducidos por Vérod contra la hipótesis del suicidio.
¿Y por qué, si tiene tanta confianza en que han de sacarlo airoso, no ha hecho uso de sus argumentos? Ya quisiera conocer uno para refutárselo. Si el señor Visitador me ofrece no airarse y guardarme el secreto, diréle en puridad cuáles son mis argumentos. Hable usted clara y como Cristo nos enseña.
Palabra del Dia
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