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Actualizado: 18 de julio de 2025


Y, en esto, comenzó a llorar tan amargamente que don Quijote, mohíno y colérico, le dijo: ¿De qué temes, cobarde criatura? ¿De qué lloras, corazón de mantequillas? ¿Quién te persigue, o quién te acosa, ánimo de ratón casero, o qué te falta, menesteroso en la mitad de las entrañas de la abundancia? ¿Por dicha vas caminando a pie y descalzo por las montañas rifeas, sino sentado en una tabla, como un archiduque, por el sesgo curso deste agradable río, de donde en breve espacio saldremos al mar dilatado?

»Y por que se celebren y publiquen con la solemnidad que es necesaria, sirviendo de atabales los cuatro vientos y de trompetas el Músico de Tracia , tan marido, que por su mujer descendit ad inferos, y Arión, que, siendo de los piratas con quien navegaba arrojado al mar por roballe, le dió un delfín en su escamosa espalda, al son de su instrumento, jamugas para que no naufragase, et coetus, et Amphion Thebanae conditor urbis ; y pregonero la Fama, que penetra provincias y elementos, y secretario que se las dicte Virgilio Marón, príncipe de los poetas, digan desta suerte: »Don Apolo, por la gracia de la Poesía, rey de las Musas, príncipe de la Aurora, conde y señor de los oráculos de Delfos y Delo, duque del Pindo, archiduque de las dos Frentes del Parnaso y marqués de la Fuente Cabalina, etc., a todos los poetas heroicos, épicos, trágicos, cómicos, ditirámbicos, dramáticos , autistas, entremeseros, bailinistas y villancieres , y los demás del nuestro dominio, ansí seglares como eclesiásticos, salud y consonantes.

Todo se volvian hablillas en la Córte sobre el desaire que queda esplicado, y hubieran pasado mas adelante si el archiduque no tratase de disculpar á su esposa de los tiros que se la dirigian; por lo cual tuvo que abreviar precipitadamente su viaje para el suelo español. Ya habian comenzado los dias de 1502, cuando hicieron su entrada en España por Fuenterrabia.

En este último caso, dicho libro podría servir, como escrito en idéntico idioma, para traducir los manuscritos persas del Archiduque. La parte de los manuscritos latinos es muy pequeña en el Catálogo. El latín era en todo el Imperio romano el idioma de las leyes y de la milicia; pero, en Egipto, para la administración, el comercio y los contratos, se empleaba el griego.

Si yo no fuese tan aficionado á saber, si mi afán de enterarme de todo no fuese tan vivo, me importaría poco que se descubriese, cada día, un cúmulo de manuscritos como el que posee y exhibe el Archiduque: pero yo quiero saberlo todo, y como el tiempo me falta, y la vista me va faltando también, y poquísimos idiomas, se apoderan de mi espíritu la inquietud, el mal humor, algo como miedo de acometer un trabajo nuevo y algo como envidia de aquellos para quien apenas es trabajo sino deleite el investigar tales escritos y poner en claro lo que dicen.

D. Fernando y Doña Isabel no quisieron tampoco prolongar su casamiento, asi es que contando apenas quince años, esto es, en 1494, ajustaron las deseadas bodas con D. Felipe, archiduque de Austria, duque de Flandes, de Artois y del Tirol, é hijo del emperador de Alemania, Maximiliano I. Ajustadas que fueron, al instante se dió principio á los preparativos de marcha con el boato y solemnidad dignos de la hija de tan poderosos señores.

Somos el juguete de Inglaterra, que satisface el odio que siempre ha sentido hacia la casa de Austria, y de otra parte la Francia ayuda á los Países Bajos, para que entretenida España con una guerra desastrosa no pueda influir en sus negocios. Inútil la tentativa de ceder la soberanía de los Países Bajos al archiduque Alberto y á su esposa la infanta doña Isabel; continúan los desastres.

Esto fué muy comentado en la ciudad, pues de los frailes franciscanos de la Casa Grande se decía, no sin fundamento, que eran partidarios del Archiduque, y aun que habían enviado en diversas ocasiones ocultamente cantidades crecidas para el sostenimiento de las tropas enemigas de la casa de Borbón.

Su marido era el objeto de sus adoraciones, en él tenia depositado su corazon, y para él únicamente vivia; el jóven archiduque pagaba este cariño á Doña Juana con todo el calor de su corta edad, y las galantes maneras de un príncipe, de suerte que la infanta se contaba por uno de esos seres mas felices, y mucho mas cuando llegó á notar que pronto iba á ser madre.

Sin embargo, la colección del Archiduque Raniero encierra centenares de documentos que atestiguan esta dominación, la cual terminó sin duda en tiempo del emperador Heraclio.

Palabra del Dia

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