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Actualizado: 16 de mayo de 2025
A la caída de la tarde, Fermín, después de vagar un buen rato por las calles, para dejar algún espacio entre la salida de la oficina y su visita al amo, se dirigió al ostentoso hotel de la viuda de Dupont. Pasó la verja y el portal con la facilidad de un antiguo servidor de la casa. Se detuvo un instante en el patio, de blancas arcadas, entre los macizos de plátanos y palmeras.
En las cuatro crujías, de techo artesonado, separadas del patio por las columnas de mármol de las arcadas, vio el torero antiguos vargueños, cuadros obscuros, santos de faz lívida, muebles venerables de hierros herrumbrosos y maderas acribilladas por la polilla, como si hubiesen sido fusilados con perdigones.
Durante el día, cuando el sol caldeaba la tierra inflamando las blancuzcas pendientes de Marchamalo, Luis dormitaba bajo las arcadas de la casa, con una botella junto a él, destilando frescura, y tendiendo de vez en cuando su cigarro al Chivo para que lo encendiese.
A Feli le parecía el ábside un salón de baile alumbrado con luces de colores: creía que todos los muertos, con trajes vistosos, sonrientes y sin infundir miedo, iban a mostrarse para intervenir en la fiesta. Los pájaros piaban en el inmediato jardín o revoloteaban bajo las arcadas, como atraídos por la hermosa iluminación.
Sinembargo, hay algo superior á esas magnificencias, como pocos dias despues tuvimos ocasion de admirarlo desde la cima del monte Righi. Lo primero que llama la atencion al recorrer las calles principales de Berna, elegantes, limpias y muy animadas en lo general, es la curiosa estructura de sus viejas arcadas en la gran via central y otras adyacentes.
El jardín, insensible y sordo a las tempestades revolucionarias que descargaban sobre la iglesia, seguía desarrollando entre las arcadas su belleza sombría.
Creaciones fantásticas, que pasan como una exhalación para ser después más deplorada su pérdida, adornan la puerta del Océano en forma de monumentos originales, atrevidas arcadas, puentes sublimes y á veces arcos triunfales.
La blancura de la iglesia, enjalbegada de cal, con sus arcadas frescas y sus ribazos de piedra seca coronados de nopales, hacía pensar en una mezquita africana. Tenía más de fortaleza que de templo. Sus tejados estaban ocultos por el borde superior de los muros, especie de reducto sobre el cual habían asomado muchas veces escopetas y trabucos.
Un ómnibus inmenso nos lleva desde la estacion del ferro-carril á no sé qué calle. En este momento atravesamos uno de los más dilatados y concurridos bulevares que surcan esta gran capital. Por la izquierda se descubre un magnífico paseo; por la derecha se descubren instantáneamente varias arcadas de los puentes que decoran el rio.
Greenwich cuenta unas 8,800 casas de habitacion con cerca de 30,500 almas: y como tiene un magnífico parque dependiente del antiguo palacio real y varias curiosidades, contando con un ferrocarril hácia Lóndres, que pasa todo por debajo de arcadas, y el servicio permanente de los vapores, los habitantes de la metrópoli han hecho de esa pequeña ciudad uno de sus paseos favoritos, así como de Windsor y Richemond.
Palabra del Dia
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